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Cuando la TV privada era la que respondía…

Chávez, el que impuso la agenda – De ‘la otra cara de la información’ a la información – El pueblo tiene el control, que la revolución vuelva a poner la agenda

El presidente Hugo Chávez, para sus amigos y enemigos, fue un comunicador excepcional, y es lo que aún lo mantiene vivo en el pueblo. El ser humano pasó a la inmortalidad, pero su código común sigue intacto, incluso en medio de las circunstancias más duras, en la tendencia política más fuerte de Venezuela, el chavismo, que no es otra cosa que el indómito espíritu de lucha del pueblo venezolano.

Una de las principales virtudes de Chávez era su capacidad política de convertir su agenda de gobierno en la agenda nacional.

La derrota de los partidos políticos (vigente incluso hoy, ante una clase política que tuvo que esconderse para ganar una elección donde su candidata fueron las colas) se reflejaba en las tradicionales, pero a partir de 1998 tristes ‘ruedas de prensa de los partidos’. Antes, esas conferencias a los periodistas eran para marcar una agenda propia del partido, ahora, son respuesta a lo que decía Chávez, o ahora, el Presidente Maduro.

Pero la Revolución Bolivariana, y el nuevo estilo de hacer política de Chávez y del pueblo, con o sin responsabilidad de gobierno, no solo descontroló a los políticos, sino a los medios de comunicación, quienes sacrificaron su credibilidad para ocupar el espacio de los políticos. A partir de 1998, la TV privada, principalmente, vivió respondiendo a Chávez en todo, hasta en la producción y nombres de sus programas y personajes.

Plomovisión fue un programa de denuncia, nacido del apodo que Chávez puso a Globovisión

Globovisión, un canal que prácticamente fue cero a la izquierda desde su salida al aire en 1995, a pesar de la buena combinación (solo desde el punto de los negocios) de un monopolista de la publicidad como Guillermo Zuloaga, y un banquero como Nelson Mezerhane,  le debió toda su sintonía al presidente Chávez y sus frases (no al revés):

Plomovisión fue un programa de denuncia, nacido del apodo que Chávez puso a Globovisión, que no denunciaba para corregir, sino para culpar al gobierno de cosas que incluso ocurrieron en gobiernos anteriores, como el abandono en que la cuarta república hundió al estado Vargas, que se demostró en la tragedia ocurrida en ese estado en 1999. Aló ciudadano fue una respuesta a Aló Presidente, conducido por un ex-embajador de la cuarta república, Leopoldo Castillo, con grave historial en materia de derechos humanos durante su oscura gestión en El Salvador, quien se pretendía vocero del pueblo cometiendo vicios como la información dirigida y la difamación.

«Berenice Gomez, uno de los mejores ejemplos del uso de la noticia como entretenimiento barato»

Quizás RCTV fue el mejor ejemplo de cómo el resentimiento de su director general (herido por no poder concretar su ambición de poder político) puede acabar con toda una historia en materia informativa. Berenice Gomez, uno de los mejores ejemplos del uso de la noticia como entretenimiento barato, se hizo apodar ‘la bicha’, pues Hugo Chávez, en tono de advertencia, les recordaba a los que atacaban a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que les aplicaría ‘la bicha’ (la Constitución) si la violaban.

De tal forma imponía la agenda Hugo Chávez, que hasta una mascota de su hija, Rosinès (entonces una niña que no llegaba a los 4 años), hizo irritar a la burguesía sin poder político. Sus empleados, agrupados en el diario Tal Cual, presentaron como ‘humor’ una de las más vergonzosas piezas que se hayan escrito contra familiar de presidente alguno en Venezuela.

Toda esta estrategia fracasó con la victoria del Presidente Nicolás Maduro en 2013, ninguno de esos canales lograron mantener esa TV nacida del resentimiento, y no de una inteligente estrategia de oposición al gobierno. Aquel canal solitario, quebrado por el pasado, llamado VTV, que se convirtió en ‘la otra cara de la información’, pasó a ser referencia informativa, más que por todo lo que aún falta por hacer allí, por su capacidad de mostrar la verdadera agenda del país, que los medios privados, como los políticos de la derecha, se empeñaban en torcer.

Con una derecha pasando la resaca por su circunstancial victoria en la Asamblea Nacional, la revolución Bolivariana tiene la oportunidad de volver a imponer agendas. Hay indicios: El ataque al novel ministro Luis Salas, intelectual venezolano, venido de la academia, pero con el ‘pecado’ de no vestir de la misma forma que los economistas que quebraron a Venezuela y la convirtieron en un país subdesarrollado, latifundista, y rentista, demuestra que todo sigue igual: Un pueblo haciendo su cambio sobre el resentido sector que perdió el control, que pierde hasta ganando.

DesdeLaPlaza.com / Ennio Di Marcantonio D.g – Periodista – PNI – Músico

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