El Café Lehmitz, era una cafetería, ubicada en Hamburgo entre los años de 1968 y 1970, que servía como un punto de encuentro para muchas personas que sentían este lugar como un espacio de liberación.
“En el cielo no hay cerveza, por eso la tomamos aquí”, era la frase con la que ‘El Café Lehmitz’ daba la bienvenida y recibía a sus clientes habituales: delincuentes, prostitutas, proxenetas, travestis e indigentes.
Este café siempre estaba lleno de gente que sólo quería pasar un buen rato entre alcohol, amigos y desconocidos. Sin embargo, con los años, se volvió más que un centro nocturno; era en verdad una cafetería que estaba abierta desde muy temprano, pero no había hora del día en que estuviera vacía. Pero nadie veía lo que ocurría allí.
Hasta que una mañana, el fotógrafo sueco, Anders Petersen decidió acercarse a tomar un café y a esperar a una amiga. Mientras esperaba pacientemente, se levantó a bailar con una mujer, por lo que dejó su cámara en la mesa y de pronto sintió el flash sobre su rostro. Un chico tomó su cámara ‘Nikon F’ y lo fotografió, por lo que, enojado, se la arrebató y en un intento de demostrar que era mucho mejor que el entrometido chico, tomó muchas fotos en las que, sin querer, retrataba la escena del Café Lehmitz: diversión, juegos, baile y prostitución.
Entre estos años, Petersen, quiso retratar la “dignidad humana” que sentía como algo tangible entre los clientes del café. Asimismo, quiso mostrar las consecuencias de un sistema basado únicamente en el dinero, en el que las desigualdades crearon una clase de habitantes de segunda condenados al desahucio social.
“Sabía que tenía que quedarme entre esas cuatro paredes y fotografiar a la gente. Sentí que el Lehmitz era un lugar único, un sitio de encuentro para débiles que se ofrecían mutuamente simpatía y comprensión, pero al mismo tiempo era el final del trayecto”, explica Petersen en su libro.
En 1970 Petersen realizó su primera exposición individual en el propio Café con alrededor de 350 fotografías. La obra le procuró proyección internacional y definiría el estilo y trabajos posteriores de uno de los fotógrafos europeos más reconocidos por su forma personal, directa y sincera de acercarse a los sujetos y a las situaciones que retrata.
Aquí algunas las fotografías de Petersen de cómo se vivía la perversión, y el vicio en el ‘El Café Lehmitz’.
DesdeLaPlaza.com/Agencias/RS