No quieren ser vanidosos porque saben que nadie es dueño del tiempo, pero los integrantes de la banda mexicana Caifanes creen que esta vez sí ha vuelto para quedarse, hasta el punto de que están dispuestos a entrar en un estudio para componer nuevas canciones.
«Queremos creer que sí (es la vuelta definitiva). Tampoco queremos ser tan vanidosos para decir ‘sí, claro’, no somos dueños ni de nuestro tiempo, pero creemos que sí porque ahora queremos hacer cosas», dijo el vocalista y guitarrista de la banda, Saúl Hernández.
Después de que en abril de 2011 el grupo volviera a reunirse tras la separación de 1995, realizaron una gira de conciertos, pero hasta ahora tienen fuerzas y ganas de meterse en un estudio.
«Tenemos planes de entrar a hacer algo, meternos a ver qué sale al cuarto de ensayos, encerrarnos a tirar ideas a ver si podemos concretar algo que nos guste y nos parezca lo suficientemente bueno como para mostrárselo ya al personal», añadió el batería Alfonso André.
Aunque todavía no tienen nada concretado y están viendo «los tiempos de cada quién», les gustaría hacerlo realidad este año.
El músico no quiso dar detalles sobre la polémica salida de uno de los componentes del grupo, Alejandro Marcovich, que formó parte del regreso en 2011, pero finalmente quedó excluido por «diferencias» que no pudieron «limar».
«No nos gusta entrar en detalles porque no queremos hacer un chisme ni que se convierta esto en un circo. Sentimos que esas cosas son muy personales y tienen que quedarse en casa, simplemente tomamos la decisión de seguir adelante como cuarteto, como originalmente empezamos hace 28 años», explicó el músico.
Aunque estas diferencias los han llevado a estar separados gran parte de estas casi tres décadas y realizar proyectos en solitario, los miembros de Caifanes se consideran como una banda «con mucha suerte, muy afortunada» porque el público los sigue queriendo, pese a las ausencias.
«Somos una banda que logró en su momento grabar cosas que trascendieron y que a la gente les gustaron (…) y tan afortunada que después de desaparecer 15 años decidimos regresar y la gente nos recibe todavía con mayor aceptación y cariño», apuntó Diego Herrera, teclista y saxofonista.
Después de todos estos años, añadió, han «recuperar esa magia» que tenían en el escenario.
Para Sabo Romo (bajo), el cuarto integrante del grupo, es precisamente ese público «generosísimo» el que se encargó de que no desapareciera Caifanes.
«Seguían cantando las rolas (canciones). Seguían poniendo el disco y de alguna manera trayéndonos al presente de su vida, y esa es una diferencia importante», comentó.
Además, aseguró el músico, ha surgido un nuevo público de jóvenes «que vienen y cantan las canciones e interactúan con nosotros y, en automático, se convierten en parte de todo esto, sin saber de dónde venimos o lo que hemos hecho».
Caifanes surgió en 1986, pero se separó casi una década después cuando lo abandonó Alejandro Marcovich, enemistado con el vocalista Saúl Hernández, pero volvió a reunirse en 2011.
El grupo cuenta con cuatro discos, «Caifanes», «El diablito«, «El silencio» y «El nervio del volcán», que tuvieron una excelente acogida entre el público gracias a temas como «Viento» o «La negra Tomasa«.
Desde la Plaza/ El Espectador/ AMH