Durante los últimos dos años hemos sido testigos de una de las mayores campañas de marketing político de la historia de Venezuela. El concepto se centra en proyectar las vicisitudes que atraviesa un dirigente político quien por pensar diferente, por luchar por la libertad, fue apresado por un régimen tiránico.
Omiten en el guión, que este paladín de la democracia y de la paz, comandó la persecución política desatada en las oscuras horas de Abril de 2002. Afortunadamente se tiene suficiente registro audiovisual, para que todas las generaciones puedan verlo.
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Sus defensores alegan que nada tienen que ver los 43 fallecidos y cientos heridos de los actos terroristas (Guarimbas) de 2014, con el llamado a la insurrección denominado «La Salida» que este cándido muchacho de la burguesía lideró. Alegan que solo una casualidad de tiempo y espacio, y no una relación de causa-efecto.
Sus guionistas lo presentan como una especie de Mandela caribeño, todo está bien calibrado, en elaboradas imágenes desde su sitio de reclusión se le puede ver siempre vestido de blanco -expresión de su pureza e inocencia- leyendo, dibujando o tocando cuatro, nada que ver con aquel hombre que furibundo exigía en 2014 una salida inmediata del Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, como ya lo había hecho en 2002.
Esta producción, cuenta con una protagonista, autodenominada defensora de los Derechos Humanos, muy activa en la escena internacional, quien también viste de blanco y desde la victimización permanente trata de sensibilizar a las mayorías sobre la situación que vive el padre de sus hijos, obviando el dolor de los esposos, esposas, padres, madres, hijos e hijas a quienes la agenda golpista de la derecha les arrebató para siempre a sus seres queridos.
En el más reciente capítulo de la trama, la mayoría circunstancial en la Asamblea Nacional pretende aprobar un adefesio jurídico que han llamado «Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional» para liberarlo, al tiempo de que estiman beneficiar a muchos delincuentes más, violando flagrantemente la Constitución, nada más lejos de la justicia y la reconciliación.
Pese a la gran inversión que han venido haciendo para asemejarlo a Mandela, su historia se parece mucho más a la de Adolfo Hitler, quien también estuvo privado de libertad y fue absuelto y liberado como parte de una amnistía masiva, y el devenir histórico evidenció que su ambición de poder y reclamar ser una raza superior, lo llevó a disputar la II Guerra Mundial. Todo lo demás es historia… Aunque a la derecha no les gusta la historia, porque la historia los condena.
DesdeLaPlaza.com/Herick Rangel