Las 22.00 horas de la noche de martes fue la hora elegida para realizar una cacerolada en protesta por la decisión del Tribunal Constitucional (TC) de suspender los preparativos del 9-N.
El origen de la convocatoria de esta cacerolada, que circuló desde la tarde por las redes sociales, fue espontáneo, y en Twitter difundió con el «hashtag» #cassolada. A esa hora, en numerosos balcones y ventanas de Barcelona sonaron las cacerolas, en algunas zonas durante más de 10 minutos.
Esta forma de protesta alcanzó uno de sus puntos álgidos en el 2003, cuando la plataforma Aturem la Guerra convocó una de ellas, el 26 de marzo de ese año, que en los días siguientes fue repetida de forma espontánea por millares de personas que protagonizaron monumentales caceroladas. En aquellos años se protestaba por la intervención militar española en la guerra de Irak.