El sistema de tipos de cambio flexible o flotante es aquel en el que el Banco Central no interviene en el mercado de divisas para influir en los tipos de cambios. Por tanto, la evolución en el tipo de cambio es determinada exclusivamente por el comportamiento de la oferta y demanda de divisas.
La mayoría de economistas hoy en día sostienen que, en la mayoría de los casos, un tipo de cambio flexible es preferible a un tipo de cambio fijo debido principalmente a que esta fluctuación respecto al valor de otras divisas permite amortiguar posibles impactos negativos de los ciclos económicos extranjeros y de esta forma ayuda a ajustar de forma automática la Balanza comercial y la balanza de pagos. No obstante, la mayoría de economistas también coinciden en que en determinadas situaciones un tipo de cambio fijo es mejor por aportar una mayor grado de estabilidad y previsión.
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Cuando aumente la demanda de una divisa, esta se apreciará y su tipo de cambio bajará (habrá que usar menos unidades de la misma para comprar otra divisa); cuando disminuya la demanda, la divisa se depreciará y su tipo de cambio subirá (habrá que usar más unidades de la misma para comprar cualquier otra divisa).
Si la moneda de un país se aprecia resulta más difícil exportar, ya que los productos nacionales se encarecen para los extranjeros. Como contrapartida, las importaciones bajan el precio, lo que hace que estas resulten más atractivas.
A favor
En concreto, los argumentos a favor de los tipos de cambio flotantes se basaban en tres puntos principales:
• Autonomía a la política monetaria. Si los bancos centrales no tienen ninguna obligación de intervenir en los mercados de divisas con el fin de fijar el tipo de cambio, podrán utilizar con total libertad la política monetaria (subir o bajar los tipos de interés) para alcanzar el equilibrio interno y externo. Además, ningún país se vería forzado a importar inflación o deflación del extranjero.
• Simetría. Cuando existe un sistema de tipos de cambio fijos suele existir una asimetría, en el sentido de que no todos los países tienen el mismo grado de poder a la hora de influir sobre el signo de la política monetaria.
• El carácter de estabilizadores automáticos de los tipos de cambio. En un sistema de tipos de cambio flexibles el rápido ajuste de los tipos de cambio fijados por el mercado ayudaría a los países a mantener su equilibrio interno y externo frente a los cambios en la demanda agregada.
Asimismo, los períodos de especulación que preceden a los realineamientos de monedas en los sistemas de tipos de cambio fijos no se producen cuando existe un sistema de tipos de cambio flexibles.
En contra
Al igual que los defensores de los tipos de cambio flexibles utilizan argumentos sólidos para defender su postura, también existen argumentos importantes en contra de la flotación. Los escépticos respecto al establecimiento de tipos de cambio flexibles se suelen apoyar en los siguientes puntos principales:
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• Disciplina. Los bancos centrales, cuando no tienen ningún tipo de compromiso cambiario y pueden manejar la política monetaria con absoluta independencia, pueden verse tentados a adoptar políticas monetarias inflacionistas. En otras palabras, la disciplina que impone pertenecer a un área de estabilidad cambiaria se pierde cuando se deja flotar el tipo de cambio.
• Especulación desestabilizadora y perturbaciones en el mercado monetario. En un sistema de tipos de cambio flexibles los movimientos especulativos de capital, en especial en un contexto como el registrado en las últimas décadas con crecientes movimientos internacionales de capital, originaría una gran inestabilidad en los mercados de divisas, y esta inestabilidad perjudicaría al logro de los objetivos internos y externos.
• Perjuicios al comercio internacional y a la inversión. La flotación de los tipos de cambio haría más inestables e impredecibles los precios internacionales, y eso tendría un impacto claramente negativo sobre el comercio y la inversión internacional.
• Descoordinación de las políticas económicas. Bajo un sistema de tipos de cambio flexibles existe la posibilidad de que los países se vean inmersos en prácticas de depreciaciones competitivas perjudicando a la economía mundial.
• La ilusión de una mayor autonomía. Aunque sobre el papel las autoridades monetarias en un sistema de tipos de cambio flexibles dejan flotar libremente el tipo de cambio, los movimientos de los tipos de cambio tienen unos efectos macroeconómicos tan importantes que los bancos centrales se sentirán obligadas a intervenir en el mercado de divisas.
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