En términos financieros, absorber a los más de dos millones de tarjetahabientes de la banca privada no debería representar un problema para la banca pública, debido a que las instituciones financieras, al otorgar cualquier tipo de crédito, no están ofreciendo parte del capital de su banca, sino que se trata de activos que estaría adquiriendo con el cliente.
Cada vez que el usuario utiliza su tarjeta de crédito para comprar un bien o servicio, está respaldando el crédito que le otorgó su banco con el pasivo que genera la deuda adquirida con la compra, sumado a los intereses que agrega la transacción, cuyo tope máximo es de 29%, según el Banco Central de Venezuela.
Una tarjeta de crédito no puede ser considerada un activo para un cliente, porque el dinero en la tarjeta – la línea de crédito – no es del cliente, sino de la institución bancaria que ofreció el plástico. Es por ello que el banco no otorga ningún tipo de crédito a personas naturales o jurídicas sin que sepa que esta tiene la capacidad financiera para pagarla a plazos.
Tomando en cuenta ello, no debería generar ningún problema la migración de usuarios a la banca pública, sólo en términos financieros. De hecho, asumir la clientela de la banca privada podría a largo plazo aumentar los indicadores financieros de las instituciones públicas y ubicarlsa en los primeros lugares dentro del ranking bancario, encabezado por Banesco, Mercantil, Provincial y Venezuela.
Sin embargo, en materia de infraestructura, la migración de más de dos millones de clientes a la banca pública pudiese generar trabas de logística.
Por ejemplo, las tres principales instituciones de la banca privada (Banesco, Mercantil y Provincial) tienen 2852 agencias en todo el país, mientras que el Banco de Venezuela, la institución de la banca pública que agrupa el 74% de los tarjetahabientes, tiene solo 1689 agencias. Esto puede traer a los clientes de estas instituciones retrasos en la atención.
Otro problema ligado a esto es la falla de plásticos que tienen algunas instituciones financieras en la actualidad. Aunque la entrega de tarjetas, una vez aprobadas por el banco, pudiese demorar entre 20 y 30 días en llegar; el hecho de tener ahora usuarios que busquen plásticos en la banca pública con el solo fin de obtener divisas del Estado, podría elevar la demanda que ofrecen estas instituciones, muy por encima de su oferta.
DesdeLaPlaza.com/NCH