En mis primeros años de reportero, cuando frecuentaba el Palacio Federal Legislativo, en aquellos ya lejanos años 90, viví y escuché muchas anécdotas sobre la vida parlamentaria.
Estaba en desarrollo una sesión conjunta del entonces bicameral Congreso de la República, antecesor de la unicameral Asamblea Nacional, cuando un senador y un diputado se enfrascaron en un acalorado debate. El senador, anciano, perdió los estribos, enrojeció y soltó improperios contra el diputado, quien, condescendiente, trató de tranquilizarlo apelando a su propia juventud:
-No se ponga así, senador. Mire que usted podría ser mi padre.
Y viejo le respondió matador:
-¡Pude, pero no quise!
La anécdota, que creo recordar en labios de José Miguel Uzcátegui, vino a mi mente anoche, cuando leí las notas de BBC Mundo y Radio y Televisión Española que –erradamente- reportaron disuelto al Parlamento venezolano por obra y gracia de la soberanísima Asamblea Nacional Constituyente.
Ambas se basaban en el hecho de que la Constituyente decidió sesionar ayer en el Hemiciclo Protocolar del Palacio Legislativo, lo que erradamente fue interpretado y/o reportado como un desalojo de la unicameral Asamblea Nacional de su lugar habitual de sesiones.
Resulta que no. El Hemiciclo Protocolar, donde ayer sesionó la Asamblea Constituyente, es el salón donde antiguamente sesionaba el desaparecido Senado de la República. La Asamblea Nacional continúa sesionando en el salón donde, en tiempos de la IV República, funcionaba la Cámara de Diputados. Para el ciudadano común y también para el desprevenido o prejuiciado corresponsal extranjero ambos lugares pudieran parecer el mismo, pero no lo son. Cada uno está ubicado en un extremo (Este y Oeste) del Palacio Federal Legislativo.
Con la entrada en vigor de la Constitución Bolivariana, la de Chávez, el Senado desapareció y su Hemiciclo quedó reservado para actos protocolares. De allí su actual nombre. Y la Asamblea Nacional quedó funcionando en el salón de sesiones de la antigua Cámara de Diputados, también conocida –no es mi culpa- como la ‘cámara baja’.
Si el periodismo estuviera en mejores condiciones, los corresponsales se habrían percatado de que la soberanísima Constituyente aprobó ayer un decreto de armonización de funciones con los poderes constituidos, que contempla su propia coexistencia con éstos –incluido obviamente el Parlamento-, aunque dejando sentada su subordinación ante la instancia del poder originario que preside Delcy Rodríguez.
Nos toca ahora a nosotros divulgar hasta el hastío el contenido de este decreto para recoger el agua por otros derramada. Óigase bien: la Asamblea Nacional de Venezuela no ha sido disuelta por la Constituyente, aunque quepa un –muy de Chávez- “por ahora” y también un muy senatorial “pude, pero no quise”.
DesdeLaPlaza.com/ Ernesto Villegas Poljak