El pran y el praneo son dos vocablos odiosos nacidos de la jerga de delincuentes, maleantes, criminales y demás sujetos del bajo mundo venezolano, que se utilizan para designar al jefe de la pandilla, por lo general el malandro más sanguinario y especializado en utilizar la violencia (praneo) para someter a sus secuaces y a todos cuantos vivan o trabajen en su ámbito de influencia.
Aunque ambos términos son exclusivos del medio delictivo, la verdad es que han terminado convirtiéndose en expresiones con una alta carga simbólica. En Venezuela basta decir pran, para que cualquier persona, indistintamente de su estrato social, comprenda rápidamente de qué se trata y cómo operan estos individuos.
El pranato en Venezuela ha tenido su lista de “rock-stars” encabezada por sujetos tristemente célebres como el Picure, El Lucifer, El Topo o El Niño Guerrero, todos ellos fallecidos en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad.
No creo que exista nadie capaz de poner en duda que se trató de sociópatas criminales de alta peligrosidad, que tuvieron bien merecido su destino por sus prácticas aberrantes. Pero existe otro tipo más elaborado de pranes que por su poder económico y sus métodos más refinados cometen sus fechorías bajo el amparo de un supuesto prestigio de “éxito empresarial”.
En el mundo de la mediática nacional e internacional existe una fauna diversa y variopinta. Cómo será el asunto que hasta el mismísimo Papa Francisco, máximo representante de la sacrosanta madre iglesia ha reconocido públicamente que el periodismo amarillista que vilipendia y propaga injurias y calumnias de todo tipo puede considerarse como una clase de terrorismo.
Pero es en el mundo netamente empresarial donde se comprueba el terreno más fértil para que surjan todo tipo de pranes y pranatos. Por ejemplo, seguramente el nombre de Gustavo Alberto Díaz Vivas le diga muy poco. Y esto porque el ex militar escolta del fugaz dictador Carmona Estanga ha contado con un respaldo comunicacional bárbaro, que ha permitido encubrir sus formas de praneo, pero además ha servido para presentarlo en algunos espacios de oposición recalcitrante como adalid de la libertad de expresión.
Este oscuro personaje debería pasar a la historia como un criminal de lesa humanidad, gracias a su “capacidad de emprendimiento” se ha podido alterar artificialmente el tipo de cambio venezolano y llevarlo hasta niveles insólitos, sometiendo al grueso de la población venezolana a las vicisitudes propias de una escalada inflacionaria que golpea con más fuerza a los sectores de clase media y a los estratos populares.
Praneo today
Detrás de Díaz Vivas hay mucho dinero en juego y, por supuesto, las facciones más violentas de la extrema derecha venezolana que han sabido hacer buenas migas con la gusanera mayamera de siempre. Como dice el dicho: Dios los crea y el Diablo los junta.
Con esa invención diabólica llamada Dólar Today, que más bien debería llamarse Praneo Today, este conglomerado delictivo ha tenido la capacidad de torpedear el signo monetario venezolano con cotizaciones que no obedecen a ninguna lógica económica, como bien ha explicado la profesora, investigadora y economista, Pascualina Curcio.
Incluso tomando los parámetros del modelo monetarista, es decir las reservas internacionales del país divididas por el monto de la liquidez monetaria (en este caso la cantidad de bolívares en circulación), el tipo de cambio venezolano en ningún caso debería exceder los 400 Bs por dólar. No obstante, en febrero de este año la paridad cambiaria llegó a promediar más de 1.300 bolívares, algo totalmente descabellado y, aunque ha bajado, se ha mantenido ligeramente por encima de los Bs. 1000.
Tras bambalinas y como a control remoto, los malandros de Dólar Today al torpedear el tipo de cambio impactan negativamente en la formación de los precios, ya que los incrementos desproporcionados que hemos visto en rubros de todo tipo obedecen en un 70% al dólar de los pranes. Y es lógico que ello ocurra en una economía aún rentística y adicta a las importaciones.
Esta es una de las causas reales de que no consigamos los productos regulados en el mercado formal, que tengamos que hacer largas colas o recurrir al demencial mercado del bachaquerismo, donde se cargan sobreprecios de 1000, 2000 y hasta 3000%. Eso hace también que Venezuela sea de los pocos países donde algunos pseudoempresarios pueden acumular en algunos meses la riqueza que en cualquier otra nación tardarían entre 5 y 6 años en amasar.
Urge desmantelar estas bandas que se dedican al praneo económico, expresión utilizada por el sociólogo, Luis Salas. Sólo combatiendo al malandraje de “cuello blanco” podremos echar las bases de una economía productiva y más equitativa para todos.
DesdeLaPlaza.com/Daniel Córdova Zerpa