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Palo al tiburón

Cuando Rubén era latinoamericanista cantaba canciones de mucha pegada y con un alto contenido de denuncia. Una de las más emblemáticas seguramente sea Tiburón, tema salsero por excelencia de aquellos ya lejanos años 70s, dónde se denunciaba el apetito insaciable del imperialismo norteamericano y sus permanentes agresiones contra las naciones hermanas  de Centroamérica.

“Tiburón que haces en la orilla, tiburón respeta mi bandera”. Este tema al igual que otros muy sonados de la desaparecida dupla Colón-Blades, apelaban a la búsqueda de una identidad común en medio de tanto vasallaje de parte del hegemón norteamericano.

Ojo y no comience alguna gente a etiquetarme con el remoquete de antinorteamericano, porque nunca hemos adversado al pueblo de esa nación, aparentemente adormecido bajo los efectos narcóticos de la droga, el “fast food” y la chatarra cultural que produce Hollywood. Enfilamos contra una pequeña élite que se erige como supremacista, racista e insoportablemente arrogante. Para muestra un “bo… Trump”.

Con el pasar de los años Blades y Colón se dejaron de eso y ahora son fieles custodios del sistema de dominación que un día combatieron, pero sus letras quedaron. En realidad eso no tiene nada de raro, le ha pasado a vacas sagradas de la comunicología venezolana como Antonio Pascuali, otrora defensor de los medios comunitarios, hoy contumaz adversario de los intentos por democratizar el espectro radioeléctrico.

Ni que decir de Marta Colomina feroz crítica de la televisión venezolana cuartorepublicana, hoy se desdice de sus investigaciones teóricas y así podríamos continuar citando varios ejemplos, porque tal vez como dijo otro izquierdoso del patio bien domesticado, “sólo los estúpidos no cambian de opinión”.

El pequeño detalle es que aunque lo “trendy” para algunos revolucionarios arrepentidos sea cambiar de opinión y echarse en brazos de la sirena capitalista, la verdad es que el imperio –como dice el gran Atilio Borón- existe y tiene un núcleo muy bien definido: El Complejo Militar Industrial de los Estados Unidos de Norteamérica.

A la calladita y … no tanto

Con los cambios políticos, económicos y tecnológicos que ha experimentado la humanidad han variado las formas de intervención desde Estados Unidos hacia los países de la región, pero eso no quiere decir que hayan cedido un ápice en sus pretensiones de bloquear nuestro desarrollo, así como las formas de obstaculizar una verdadera unidad latinoamericana y caribeña como la soñaron Bolívar, Martí, Sucre, Sandino, Fidel, El Ché y el Comandante Chávez, entre muchos otros.

Antes los métodos eran más explícitos como en la Guatemala de Arbenz. En el apogeo del período de Guerra Fría, las élites norteamericanas cuidaban menos las formas por eso se dio un golpe de estado al formato clásico y se instauró el degradante concepto de repúblicas bananeras, para favorecer los intereses de la United Fruit Company.

En 2009, cincuenta y cinco años después, el águila imperial vuelve y asesta un golpe de Estado en una nación vecina como Honduras. Pero el presidente Zelaya es depuesto bajo el formato del golpe parlamentario. La extrema derecha de ese país alegó que Mel había cometido un grave delito, al osar consultar la opinión de la gente, para modificar artículos constitucionales denominados “pétreos”, ya se imaginan al servicio de quien.

Y el golpe le rindió buenos frutos al imperialismo. Después vendría el turno de Fernando Lugo en Paraguay (2012) y Dilma Rousseff (2016) en Brasil ambos por la vía parlamentaria. Entre 2000 y 2017, una época que supuestamente inauguraba el inicio de un nuevo milenio para afianzar las bondades del sistema democrático, desde la tierra del Tío Sam se han llevado a cabo al menos once (11) intervenciones, entre golpes de Estado, intentos de golpe e instalación de bases militares en América Latina.

En conjunto las administraciones de Bush hijo y del sr. Barak Hussein Obama se cometieron agresiones contra Venezuela (2002), Haití (2004), Bolivia (2008), Honduras (2009), Colombia (2009), Costa Rica (2010), Paraguay (2012) Ecuador  (2013) y Brasil (2016).

Historial de muerte

En total desde comienzos del siglo pasado hasta lo que va del nuevo milenio se contabilizan al menos 36 acciones violentas, en las que se han realizado desde golpes de estado teledirigidos, como el de Allende (1973), hasta sangrientas invasiones directas, como en Nicaragua (1927), Panamá (1989) o crisis institucionales como el Bogotazo (1948) cuando asesinaron selectivamente a Jorge Eliecer Gaitán.

Semejante historial de muerte tiene un móvil y un victimario que se retrata de forma sencilla y muy bien documentada en el libro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo de Atilio Borón.

Queda claro que ninguno de estos crímenes se hubiera podido llevar a cabo sin la complicidad servil de oligarquías internas que, como ha señalado Max Flores Díaz, sirven de bisagra  a una doble dominación, la que cometen ellos mismos y la que aplican por mandato de sus amos norteños.

Cuando Julio Borges va a Estados Unidos a reunirse con altos personeros de la Casa Blanca va a que le “bajen la línea” de acción. No cabe duda de que las guarimbas terroristas y la guerra económica son artículos made in USA, así como lo fueron el golpe de Estado contra Chávez en 2002 y el paro-sabotaje petrolero (2002-2003). Pero aquí está el pueblo valiente de Bolívar resistiendo. Con la Constituyente convocada por Maduro vamos a darle palo al Tiburón, “palo pa´ que aprenda que aquí sí hay honor, pa´ que vea que en el Caribe no se duerme el camarón (…) si lo ves que viene palo al Tiburón”.

DesdeLaPlaza.com/Daniel Córdova Zerpa

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