Solemos utilizar este espacio para hacer comentarios acerca de la comunicación, la cultura, las artes y de algunas ideas que rondan por allí cercanas a los proyectos alternativos de edición y otras pasiones individuales y colectivas. Pero esta vez y por fuerza de la realidad vamos a hacer un comentario lamentable.
Hace unos días asistimos a una hermosa experiencia teatral dirigida y actuada por amigos en uno de los sótanos de Parque Central. La crónica sobre la obra será tema de otra columna…se encienden las luces, llueven los aplausos y el abrazo a los panas, salimos del teatro y llega una amiga del grupo sujetando su brazo derecho con su mano izquierda, bañada en sudor y en miedo. Eran las ocho de la noche de un viernes y la compañera atravesó desde el Teatro Teresa Carreño hasta Parque Central para unirse al grupo.
Su mano sujetaba un trapo improvisado lleno de sangre. Justo en la plaza frente al Hotel Alba Caracas había sido asaltada y herida (menos mal que levemente). Esta plaza que se ha convertido en un campo minado, en una boca de lobo, en una tierra de nadie, había sido denunciada en dos ocasiones en los espacios del diario Ciudad CCS. Dos veces hicimos el comentario, de eso hace ya algún tiempo.
Denunciamos la oscuridad reinante, el abandono, la basura, bajamos a tomar fotografías de la desidia, de la dejadez, del desamor que reina en ese espacio. Nuestra amiga aun supurando miedo nos narró el infeliz momento, nos pidió ayuda para ir a un CDI, cosa que afectiva y velozmente hicimos.
Pero nos daba vuelta en el alma las dos denuncias que habíamos hecho, las advertencias de que detrás de esa dejadez terrible estaba el peligro, que en el momento en que lanzamos docenas de planes de seguridad, patrullaje inteligente, presencia policial, guardia del pueblo, la Plaza del Hotel Alba, en pleno corazón de las artes de Caracas, permaneció siempre oscura, terriblemente sola de noche y abandonada ante la mirada ciega de las autoridades.
Recuerdo que en ocasión de una de las denuncias que hicimos, se publicó en el diario Ciudad CCS la respuesta de un funcionario supuestamente a cargo de la problemática de la plaza. El funcionario garantizaba que a la brevedad posible se tomaría cartas en el asunto. No sé que tipo de cartas se habrán tomado, han pasado dos años y ha sido imposible colocar allí bombillos, cableado, resolver un problema eléctrico y de seguridad, limpiar, pintar, recoger una basura, crear un sistema de mantenimiento.
La herida en el brazo de una amiga revuelve las tripas, la agresión a un ciudadano de a pie enciende la sangre, y más cuando se ha llamado la atención y el peligro ha sido detectado. Qué habrá de difícil en resolver el sencillo alumbrado de una plaza, no soy técnico en estas cosas, pero soy ciudadano caraqueño de muchos años y he aprendido a ver los problemas de la calle.
Cuántas compañeras y compañeros más deben ser heridos y naufragar en el miedo para que se pongan unos bombillos, cuántas heridas y atropellos debemos esperar para resolver un sencillo problema, cuánta zozobra más debe correr por nuestro cuerpo para resolver un cableado o una sencilla vigilancia cerca del sitio de la feria del libro, de los festivales de teatro, de los conciertos y la poesía. Esta vez fue leve la herida, pero la desidia y la irresponsabilidad ha sido inmensa.
Desde La Plaza/Oscar Sotillo Meneses