Es fácil. Es una operación del intelecto que, al haber sido incorporada a los procesadores de palabras adaptados a las nuevas tecnologías, no deja ni una sola tacha.
Pareciera que el texto definitivo y allí pegado -después de los pasos de borrar el anterior, equivocado o necesitado de modificación y cortar el nuevo para trasladarlo a la nota en construcción- siempre hubiese existido, siempre estuvo allí. Es decir, el proceso de toda la operación, se desconoce y solo el autor o la complicidad del editor, lo saben. Algo parecido es lo que pretende el poderío imperial estadounidense con la realidad venezolana y nuestroamericana.
La operación «cerco y asfixia», que los aparatos de inteligencia, políticos y militares del Departamento de Estado estadounidense han desplegado contra países soberanos como Argentina, Brasil y Venezuela, además de todos los otros que, en la región, han desarrollado gobiernos populares, izquierdistas, progresistas, antiimperialistas y revolucionarios, pretende cumplir con el símil, en el procesador de palabras, de borrar, cortar y pegar.
Contra Venezuela se desarrolla hoy una operación de asfixia que está precedida por un cerco que se ha intentado de diversas maneras, en muy poco tiempo.
Colombia y Guayana han fungido como pinzas de una gran tenaza contra Venezuela que sigue ejerciendo presión por vías que van unidas al desabastecimiento, al contrabando y al bachaqueo, además de la inseguridad, el paramilitarismo y el narcotráfico, en el caso específico de Colombia. En el de Guayana, por las vías militaristas y desestabilizadoras en los reclamos venezolanos por el territorio esequibo que, soberanamente, pertenece a nuestra patria.
Pero también en la actualidad, el efecto de caída por empatía se pretende apuntalar desde el exterior por los avances imperiales -aunque temporales- en Argentina y Brasil.
Al interior de Venezuela, la guerra económica, el desabastecimiento, la inflación inducida, el bachaqueo, sumados al rumor, las campañas mediáticas y la desestabilización social y política, desempeñan el papel de «borrador» en el propósito de eliminar de la conciencia colectiva, todos los avances logrados en materia social, económica y política, a través de las misiones y de todas las acciones gubernamentales orientadas hacia el logro de la máxima felicidad posible.
En la acción de borrar está el memoricidio, el asesinato o exterminio de la menoría del pueblo, que permitirá, al agresor imperial, pegar en el lugar de lo borrado, el mensaje reaccionario, retrógrado, conservador, burgués y proimperialista que habrán cortado en su manual de dominación para intentar darle vigencia en unos cerebros desestabilizados por el acoso de la hambruna, el desabastecimiento y la inestabilidad social.
En el ordenador, en las computadoras, borrar, cortar y pegar es tarea fácil del intelecto. En la realidad social, económica, política y militar hay un pueblo en pie de lucha que no permitirá que el cerco nos lleve a la asfixia. Por eso, la seguridad es de que venceremos.
DesdeLaPlaza.com/ Iván Padilla Bravo / Ilustración: Iván Lira