El presidente Barack Obama ha autorizado esta noche ataques aéreos de Estados Unidos en Irak para proteger al personal norteamericano en este país e impedir un genocidio de las minorías religiosas perseguidas por los yihadistas del Estado Islámico (EI).
La decisión, anunciada en una declaración solemne desde la Casa Blanca, supone el regreso de las fuerzas armadas de EE UU a una guerra a la que Obama se opuso cuando empezó en 2003 y que dio por concluida en 2011 con la retirada completa de las tropas estadounidenses.
Irak ha traumatizado a EE UU durante la última década. Dividió a los estadounidenses y terminó sin victoria. Más de cuatro mil muertos y centenares de miles de millones gastados dejaron al país sin ningún apetito para involucrarse en nuevas aventuras bélicas.
Además de autorizar la intervención, que sería la primera de EE UU desde la intervención aliada en Libia, en 2011, Obama autorizó el lanzamiento desde aviones militares de ayuda humanitaria para los yazidíes sitiados. La primera incursión se desarrolló con éxito, según un alto funcionario del Pentágono.
El objetivo de la intervención armada será frenar el avance de los insurgentes suníes, que amenazan la capital del Kurdistán iraquí, Erbil, y que han desplazado a decenas de miles de miembro de la minoría yazidí. El presidente dijo que los ataques serían «limitados».
La misión, que será aérea y excluye el envío de tropas terrestres, es doble. De un lado, proteger al personal estadounidense en Erbil. Del otro, impedir un genocidio contra los yazidíes, una confesión que mezcla zoroastrismo, cristianismo e islam. Entre 10.000 y 40.000 han huido de sus residencias esta semana y se han refugiado en el Monte Sinjar, en el noroeste de Irak, donde se encuentran atrapados sin agua ni comida. Unos cuarenta niños han muerto, según Unicef.
Desde La Plaza/El País/AMH