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¿Líderes en negativo? al rescate de los valores de la sociedad

A menudo solemos escuchar la palabra líder e inmediatamente se nos viene a la cabeza alguien muy exitoso capaz de emitir un mensaje a grandes públicos y con un poder de atracción sobre las masas. Y es que, precisamente, esa es la definición de la palabra líder.

Sin embargo, no todos los liderazgos obran en positivo. Existen determinadas excepciones donde la figura del poder, estudiada desde hace mucho tiempo por filósofos como Nietzsche, desvirtúa su condición humana y la condición de liderazgo obtenida comienza a utilizarse como un instrumento opresor para someter a sus semejantes a través de la violencia.

Pero, ¿Qué origina realmente esta conducta? ¿Conoces líderes en negativo? Si es así, ¿Por qué está conducta se está reproduciendo en la juventud venezolana?

A todas estas interrogantes, existen múltiples enfoques que tratan de describir una realidad tan compleja y que afecta a diario: la reproducción de escenarios de violencia, que comienzan con el señor que insulta a otro porque se le adelantó en la cola y termina con aquel que asesina a otro por problemas entre pandillas armadas. La violencia no tiene sexo ni género, es una conducta que se reproduce de forma muy rápida y que si no se detiene a tiempo podría traernos consecuencias irreparables.

¿Sabes reconocer un liderazgo negativo? ¿Cómo es su perfil público?

La delincuencia en Latinoamérica es uno de los indicadores de violencia más importante, si se comparan con distintas regiones del mundo que presentan conflictos en el seno de la sociedad. Cada país responde a dinámicas locales, pero las bandas delictivas que operan en cada nación están lo suficientemente articuladas con sus propios intereses de expansión, en medio de una ardiente lucha por el control social y territorial desplegado en una cruel batalla entre estos grupos armados versus el Estado y la sociedad en general.

Para el sociólogo Alexander Tovar, explicar la conducta violenta de una persona que busca transgredir las normas impuestas por la sociedad, como se refleja en el caso de Venezuela con personajes como Teófilo Rodríguez Cazorla alias “El conejo” o de José Antonio Tovar Colina alias “El picure”, se trata de un proceso complejo pero que regularmente obedece a una triple combinación de características que a su entender son:

1. La lucha por el control de la ciudad o el territorio donde habitan
2. La violencia intrafamiliar y su vinculación a temprana edad con la delincuencia criminal organizada
3. La descomposición social que impulsa la suplantación de valores positivos por aquellos que generan grandes beneficios económicos en corto tiempo

A su juicio, esta serie de elementos está siempre presente en el perfil del delincuente común que busca imponer su ley taliónica sobre el desarrollo de la sociedad moderna e intenta convertirse en un líder local, nacional o mundial, en aras de ser el centro de atención que busca sobresalir más por los factores negativos que envuelven su personalidad u organización que por la capacidad de generar un espíritu colectivo de trabajo que promueva los valores de honestidad, cordialidad y entendimiento humano.

En el mismo orden de ideas, Tovar destacó que “el concepto de un liderazgo negativo no es causa de los problemas que atraviesa la humanidad hoy en día, sino consecuencia de la mala interpretación del contrato social, al que se refería Rousseau, entre el Estado y sus ciudadanos”. A esto añade que existe una ambición desmedida por parte de algunas personas que se refugian en el sueño de alcanzar cierto poder económico en muy corto tiempo para revertir la precariedad de su situación inicial y obtener reconocimiento por parte de sus similares. Sin embargo, alertó que esto último está presente en muchos casos, pero no en todos: “Es muy cierto que no todo aquel que nace en una barriada popular es un delincuente, pero también lo es que no todo aquel que vive en una urbanización de primera calidad es un hombre honesto”.

Cómo evitar que la violencia siga haciendo estragos en la sociedad

“Los liderazgos negativos tienen su origen en los trastornos de la personalidad, entendida esta última como el andamiaje que permite a cada persona sentir, hacer y realizar cualquier actividad” así lo afirma el psiquiatra y terapeuta cognitivo conductual, Rubén Regardiz Salas, quien también asegura que el perfil de todo delincuente se construye a raíz de una serie de trastornos que generan una personalidad psicopática donde convergen una serie de factores sociológicos, económicos, culturales, éticos y morales.

Según Regardiz, no existe una pérdida de valores sino un traslado de la conducta social establecida hace apenas algunos años, a un nuevo modelo de cultura que es abrasivo para la humanidad donde impera la violencia y el desprecio por la vida de los seres humanos, cimentándose esta conducta en un pilar comúnmente conocido como anti-valores. En este sentido, establece que el símbolo de referencia para la delincuencia en Venezuela, mejor conocido como “pran”, ha trastocado la realidad social al permitir que un ente disociado sirva como ejemplo de liderazgo con poder de acción dentro de la vida de millones de personas.

Desde el punto de vista médico y psicológico, el especialista asegura que “es necesario generar condiciones para derribar el estatus de poder que han alcanzado los privados de libertad con el fin de evitar que su cultura de violencia se propague hasta los más jóvenes, ya que si esto no sucede podríamos comenzar a hablar, de un problema generacional”. Esgrime que al tratarse de una compleja y dinámica situación, tenemos casos como los del lugarteniente de “El picure” quien resultó ser un estudiante que pasó por uno de los mejores colegios de Caracas, “Desde el punto de vista sociológico no se trata de un problema económico, sino de una carencia de valores en el seno de la familia de cada individuo”.

Manifiesta que pese a los niveles de descomposición social y lo árido que resulte tocar el tema de los “valores” no se puede considerar esto como una campaña perdida, ya que a su juicio el común denominador de la sociedad, en términos generales, es quien da forma a la conducta de los diferentes grupos sociales aunque se trate de simples minorías: “Es necesario que cada uno de nosotros ayude a generar una gran campaña nacional que vaya más allá del discurso, y comience por cristalizar acciones positivas que no dependan del quehacer de los demás sino de la capacidad que tenemos de generar valores sobre nosotros mismos”.

Un espacio para la paz: familia, valores y educación

Casos como los de “El conejo” ó “El picure” son la reproducción de escenarios anteriores de delincuentes que saltaron a la palestra pública con nombres como “Wilmito”, “Yoifre” y “El Oriente”, entre otros. El liderazgo de estos personajes se ha cimentado en el temor y el poder económico que transmiten a la ciudadanía, apelando a un principio maquiavélico de control social. Tanto Tovar como Regardiz, coinciden en que se trata de una tarea de todos los factores de la vida pública para evitar que la cultura del dinero fácil, el enriquecimiento ilícito, la violencia y el narcotráfico se apoderen de la juventud venezolana.

En este sentido, Regardiz Salas indica que “la estrategia constructiva de la ciudadanía debe ser una triangulación de ideas que permitan multiplicar el concepto de familia, la siembra de valores y la educación con el fin de revertir en acción los patrones de identificación negativos que hoy predominan en la sociedad”. En resumen, dependerá mucho de lo que comencemos a hacer hoy, si queremos ser mejores ciudadanos mañana y si está dentro de nuestros anhelos construir una mejor Venezuela.

DesdeLaPlaza.com / Emanuel Mosquera

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