Históricamente, tener una vivienda en Venezuela ha significado para el pueblo pobre una lucha similar a la que se ha librado por la tenencia de la tierra.
No obstante, dictadores y demócratas del período denominado “4ta República” utilizaron la vivienda como “ofrecimiento” de campaña. La mayoría de los casos derivó en ofertas engañosas.
Así, de un gobierno a otro, pasamos de las “viviendas de interés social”, a las “cajitas de fósforos”, y de allí a las “soluciones habitacionales” (que no eran casas estrictamente hablando) luego a los “créditos indexados o mejicanos”, más tarde a las “estafas inmobiliarias”, para finalmente llegar a la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Democracia representativa
En épocas del “puntofijismo”(1) o democracia representativa, destacan las promesas de entregar viviendas tanto de los Social Demócratas (AD) como de los Social Cristianos (Copei).
Rafael Caldera -por ejemplo- ofreció construir 100 mil viviendas por año, lo que debió traducirse en 500 mil. Lo cierto es que sumó poco más de 360 mil. Cifra alcanzada al contabilizar sus dos períodos de gobierno (10 años).
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Los adecos no andaban con rodeos y para engordar las cifras de “viviendas” se inventaron las llamadas “soluciones habitacionales”. En pocas palabras, las familias que recibían 4 latas de zinc y dos sacos de cemento, ingresaban a la estadísticas de entregas de viviendas, como si les hubiesen otorgado una casa digna.
De hecho, es Carlos Andrés Pérez quien transforma durante su primer gobierno, al antiguo Banco Obrero en Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI). El eslogan de éste organismo era: Inavi, soluciones habitacionales…
Jamás una vivienda digna.
La casita de Ana
Ana se casó en pleno primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Los primeros dos años de sus matrimonio los vivió en un casita que les prestó su suegro en un asentamiento llamado Tasajeras. Allí montó su taller de costura. Más tarde les regalaron un pedacito de tierra en la parte de trasera de donde vivían y entonces le “salió” una casita de Inavi.
El comité de AD, que dominaban sindicatos y cualquier organización de interés comunitario, dio el trabajo de las casitas (unas 5) a una cuadrilla de obreros, todos indígenas wuayúu.
Ana, emocionada con su casa, estuvo presente en el terrenito cada día de la construcción y de su alacena, alimentó a los obreros; también les cosió la ropa y les dio café ¿El resultado? Su casita de una habitación y sala comedor con un baño, quedó lista.
Sus vecinos, que sólo vieron a los obreros trabajar, apenas recibieron: piso y paredes. Sin techo, sin ventanas, sin puertas y sin piezas de baño. Tampoco tenían electricdad y mucho menos agua potable. Aún así esas construcciones a medio hacer, fueron decretadas: casas entregadas. Nadie sabe a dónde fueron a parar los materiales.
En números
Al hablar de viviendas de interés social, nos referimos únicamente a las construidas por el sector público, no los urbanismos edificados por empresas privadas.
Datos ubicados en distintas publicaciones del Banco Central de Venezuela, enumeran así las casas hechas y entregadas a familias venezolanas por diferentes gobiernos:
La diferencia entre la GMVV y la cuarta república es abismal.
Sumando todas las viviendas fabricadas desde los días de Juan Vicente Gómez (1908) a Rafael Caldera (1999) el número total es de: 1.466.275.
Pero la tarea no ha terminado. La Revolución Bolivariana se ha planteado la meta de 3 millones de viviendas para el año 2018.
DesdeLaPlaza / Ernesto J. Navarro
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1.-Se conoce como Puntofijismo al período de gobiernos derivados del “Pacto de Punto Fijo”. Un acuerdo entre los partidos políticos venezolanos AD, Copei y URD, firmado el 31 de octubre de 1958, pocos meses después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y antes de las elecciones de diciembre de ese mismo año. En este acuerdo pactaron “alternarse en el poder” y erradicar al Partido Comunista de Venezuela.