Aceptamos 9-N alternativo porque a ver quién es el guapo o la guapa que, a parte de Joan Herrera, se pone ahora a hacer campaña por la abstención; pero, eso sí, siempre que antes de que acabe el crudo invierno se vote «de verdad» en unas elecciones plebiscitarias para proclamar la independencia. Ese fue el doble mensaje que recibió ayer Artur Mas de Carme Forcadell y Muriel Casals, las líderes de la ANC y Òmnium y portavoces de la marea amarilla que tiñó la plaza de Catalunya -110.000 asistentes, según la Guardia urbana- en el acto central de la campaña «Ara és l’hora».
El acto se había organizado para impulsar la campaña de la consulta suspendida por el Tribunal Constitucional y reformateada por el president a riesgo de hacer añicos, como sucedió hace una semana en el palacio de Pedralbes, la preciada porcelana de la unidad política proconsulta. De ahí el clamor por que los partidos vuelvan a darse la mano.
En superficie, el diseño y el operativo del nuevo 9-N son bastante similares al de la no consulta -ayer se habían apuntado ya 19.400 de los 20.000 voluntarios para garantizar la votación-. Pero en el fondo, tiene mucha menos carga épica, puesto que -a menos que se demuestre lo contrario- no obliga a nadie a desobedecer nada ni -atención- tampoco a recurrir decreto alguno.
Eso es lo que no perdona Oriol Junqueras a Artur Mas -y lo que celebra Mariano Rajoy, todo hay que decirlo-. Y esa es la matriz de la desconfianza que, según ERC, le impide el sí a la propuesta de lista conjunta con CDC a la que Mas ha condicionado la celebración de las elecciones plebiscitarias. Convocatoria que ayer, con matices en los tiempos, le reclamaron al unísono Forcadell -«en tres meses»- y Casals -«los próximos meses»-, en una evidencia de que la procesión -y la presión de los partidos- también va por dentro de las entidades soberanistas.
Presión cruzada, pues. Por eso, los estados mayores de CDC y ERC estaban muy pendientes de la plaza Catalunya, convertida en una suerte de tribunal cívico de evaluación del «proceso».
Desde la Plaza/La Vanguardia/AMH