Hace un par de semanas reflexionábamos sobre las madres jóvenes y la responsabilidad compartida, el día de hoy quisiera ahondar en una gran responsabilidad que cómo madres y padres jóvenes estamos asumiendo, una responsabilidad que también es compartida, y su peso trasciende lo local, va más allá de acuerdos y cuotas de responsabilidad para el sustento de nuestras hijas e hijos: se trata de la formación de las nuevas generaciones.
Los ritmos acelerados de la sociedad actual, y otra gama compleja de causas, nos llevan a asumir más precozmente grandes responsabilidades, prueba de eso el incremento de hogares jóvenes y el embarazo temprano, pero también se evidencia con el progresivo aumento de participación de la juventud en importantes espacios de cada esfera de la vida social, bien sea en lo político, económico, deportivo, cultural, etc.
Esta Generación de Oro tiene entonces una tarea doble, la de asumir el rol histórico que le corresponde y simultáneamente la de formar y preparar a las generaciones que le sucederán. Podría decirse que este es un ciclo natural del devenir social, sin embargo el contexto ha cambiado radicalmente, y el cambio más sentido viene dado por el salto que la mujer ha conseguido dignificando su rol con el sudor de años de lucha feminista.
Los logros alcanzados con la defensa de los derechos de las mujeres vienen acompañados de nuevos retos, nuevos planteamientos que se generan a raíz de una nueva realidad. Resulta que la mujer que antes se quedaba en la casa para ocuparse única y exclusivamente de tareas de hogar y cuidado de niñas y niños, el día de hoy debe sumarle a eso responsabilidades laborales, académicas e incluso políticas, y ocurre además que está mujer es más joven.Ante esta situación es necesario en primer lugar ser conscientes que como madres y padres no estamos formando solamente a nuestras hijas e hijos, sino que estamos forjando con nuestros ejemplos, con nuestros valores, con nuestros aciertos y errores, a las mujeres y hombres que deberán preservar lo que tanto esfuerzo ha costado y continuar alcanzando lo que no hayamos conseguido nosotras y nosotros.
Por otra parte debemos asumir las diferencias generacionales, y con ello valernos de las herramientas que nos ofrece este mundo globalizado para usarlas a favor en la formación infantil y no permitir que éstas lesionen nuestros objetivos, me refiero con esto al uso pensado, orientado y monitoreado de televisión, internet, aplicaciones móviles, video juegos y demás innovaciones tecnológicas.Aunado a esto es necesario fortalecer la formación de las y los formadores que estamos llamadas y llamados a ser, trabajando nuevas pedagogías necesarias para atender las demandas de las niñas, niños y adolescentes en concordancia con las condiciones de las madres y padres jóvenes.
Estos niveles de enseñanza van más allá de la academia y los buenos modales, se trata de la formación en valores de cara a una cultura de paz. Si bien es cierto y popularmente sabido que no existe ninguna preparación para ser madres y padres, que “eso se aprende solo, no es menos cierto que existen dentro de la psicopedagogía interesantes experiencias que facilitan y favorecen el proceso de formación, incluso desde antes de la educación inicial.La preparación de la juventud como formadora de nuevas generaciones es una labor de suma importancia que debe ser sumida con la seriedad, dedicación y método científico que amerita, se trata de un tema estratégico.
La historia nos devela que son las “generaciones bobas” las que le convienen al Capitalismo y por ende las propicia, y este sistema ha desarrollado toda una dinámica de mercadeo, de medios, de escasez de tiempo para la familia, de solapamiento con falsas realidades virtuales, una dinámica que pretende deshumanizar el proceso formativo de niñas y niños para evitar que se conviertan en una amenaza a futuro.
Mantengamos la cosmovisión política para no perder de perspectiva esta crucial realidad, no permitamos que sean ellos con su anticultura, con sus códigos, con su versión de la historia quienes influencien a nuestras hijas e hijos.Esta Generación Chávez tiene la inmensa responsabilidad de construir el país en el día a día, con el trabajo en el hoy en el ahora, siendo presente; pero también debe asumir la responsabilidad de cultivar la Patria de mañana, la que se gesta en nuestros vientres, siendo futuro.DesdeLaPlaza.com/ Ana Sofía Cabezas