Los equipos de rescate que desde el pasado domingo trabajan en la búsqueda de sobrevivientes al gigantesco deslizamiento de tierra que enterró un parque tecnológico en Shenzhen, al sur de China, han recuperado esta madrugada el primer cadáver de entre los escombros.
El hallazgo del cuerpo, notificado por la agencia Xinhua sin aportar más detalles, se produjo instantes después de que los encargados de las tareas de búsqueda confirmaran que no hay peligro de que se produzca un segundo desastre en la zona. Tras el alud de tierra, una sección del gaseoducto que atraviesa el país de este a oeste resultó dañado y hubo una explosión, pero la Corporación Nacional de Petróleo de China informó de que ya ha retirado todo el gas natural que había quedado en la tubería.
Ver también: Estado Islámico ataca con misiles una escuela siria
Además, tras el rescate de siete personas, las autoridades chinas han rebajado el número de desaparecidos de 91 a 85. Hasta el momento, el balance es de un muerto, 14 heridos y 1.500 personas evacuadas.
El Ministerio de Tierra y Recursos chino dijo en su cuenta de ‘Weibo’, el Twitter chino, que el deslizamiento no se produjo por causas naturales, como en un principio se pensó, sino por el derrumbamiento de una montaña de escombros y desechos de la construcción con una altura de un edificio de 20 pisos. «La acumulación de una gran cantidad de escombros y el hecho de que se apilaran de forma muy empinada provocó su derrumbamiento», reza la publicación.
Esta declaración confirmó las tesis de los vecinos de la zona, que momentos después del suceso denunciaron que durante los últimos dos años se habían ido apilando los residuos generados por las numerosas obras de construcción de la ciudad hasta formar una montaña de unos cien metros de altura de arena, lodo y basuras.
La Asociación para el Medio Ambiente Transfronteriza de Hong Kong-Guangdong reveló que este vertedero operaba de manera ilegal desde 2013 hasta que en febrero del año pasado se le concedió una licencia pese a las quejas de los vecinos que veían en él un peligro al estar situado tan cerca de sus viviendas. Las críticas arreciaron ayer cuando las autoridades locales hicieron público que el lugar recibió una orden de clasura hace cinco meses, pero que había permanecido en funcionamiento sin licencia hasta la fecha del accidente.
Por el momento, en un mar de lodo que cubre 380.000 metros cuadrados -equivalente a 50 campos de fútbol-, más de 3.000 personas continúan con las labores de rescate con la ayuda de excavadoras, perros rastreadores y personal militar. Sin embargo, la inestabilidad del terreno y la profundidad del barro -de hasta 10 metros en algunas zonas- está dificultando enormemente su tarea.
DesdeLaPlaza.com/ElMundo/LDJ