JPMorgan Chase y Bank of America registran caídas en los ingresos por la volatilidad y la baja demanda de préstamos.
El rendimiento de los grandes bancos no está siendo nada glamoroso y muestran dificultad para crecer siete años después de la crisis. Por eso, las expectativas son bajas, a la vista de la incertidumbre que domina los mercados financieros desde el pasado verano por la moderación del crecimiento en China, el eventual alza de tipos en Estados Unidos y el desplome de las materias primas.
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JPMorgan Chase abrió bocado este martes al cierre de la sesión en Wall Street. El mayor banco por activos registró un beneficio de 6.800 millones de dólares entre julio y septiembre, un 17% más respecto al mismo periodo de 2014.
La cifra de negocio de la entidad que dirige Jamie Dimon se redujo un 6,5%, a 23.540 millones, en otra muestra de lo complicado que es generar ingresos adicionales en esta coyuntura.
La volatilidad de los mercados de renta fija, variable y materias primas, con los tipos de interés a niveles históricamente bajos, meten presión. De hecho, los ingresos son menores de lo esperado.
La ganancia neta, además, se rebaja cuando se descuenta una serie de beneficios fiscales por valor de 2.200 millones. Y como otros grupos, trata de compensar recortando gastos. Marianne Lake, su directora financiera, no espera que las condiciones vayan a cambiar mucho a corto plazo.
El comportamiento bursátil de JPMorgan muestran esta tensión que sufre todo el sector financiero. Sus títulos tocaron máximos en julio, antes de las turbulencias en los parqués. De ahí cayeron hasta perder más de un 13%.
Bank of America sufrió la misma corrección. El segundo grupo financiero de EE UU publicó antes de la apertura un beneficio de 4.510 millones, tras ingresos de 20.910 millones.
En su caso, la ganancia contrasta con pérdidas de 230 millones hace un año por las cargas derivadas de los costes legales por los casos que heredó de la crisis financiera. Pero como su rival JPMorgan, la cifra de negocio se redujo un 2,5% aunque es menor de lo esperado.
Los grandes bancos de EE UU están teniendo gran dificultad para crecer en esta lenta fase de recuperación económica, por la baja demanda de préstamos y los bajos tipos de interés.
Clima complejo
La volatilidad en los mercados, entre tanto, desanima a los inversores a asumir riesgos. «Las condiciones son complejas», reconoce Brian Moynihan. Es un riesgo al que no está tan expuesto Wells Fargo, porque su negocio de banca de inversión no es tan potente como el de sus rivales.
En el caso del cuarto banco por activos del país cerró el tercer trimestre con ingresos de 21.900 millones, que le aportaron un beneficio neto de 5.800 millones.
El banco de San Francisco cerró en la víspera un acuerdo con General Electric para hacerse con nuevos activos de su negocio de financiación a empresas, por valor de 32.000 millones. Es la mayor transacción del conglomerado hasta la fecha, que está ya a medio camino de desmantelar GE Capital para concentrarse. Este jueves publican resultados Citigroup y Goldman Sachs.
Wall Street anticipa una caída del 5% en los ingresos del tercer trimestre en las empresas del S&P 500. Las mismas tensiones que acosan las corporaciones se refleja en el de debate interno que libra la Reserva Federal para encarecer el precio del dinero. Aunque la mayoría de los miembros lo ve posible este año, hay una clara división que la aleja de nuevo la opción de que suceda este mes.
DesdeLaPlaza.com/ElPaís/KM