Nada más sentarse este lunes frente a Juan Manuel Santos, el papa Francisco le dijo: «Usted es la persona por la que más he rezado, mucho, mucho, por el proceso de paz». El presidente de Colombia, en la audiencia privada en el Vaticano, le respondió: «A eso he venido, a pedir ayuda». Y Jorge Mario Bergoglio, de cuya labor diplomática ya saben en Estados Unidos, Cuba y Oriente Próximo, se mostró enseguida «dispuesto a desempeñar el papel que sea necesario» para poner fin al «más viejo conflicto de Latinoamérica».
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Fue Santos quien relató a los periodistas el contenido de su reunión de 20 minutos con el Papa. Dijo que, pese a la disponibilidad de Bergoglio a mediar entre el Gobierno y la guerrilla, no se acordó ningún paso en concreto. «Solo se habló de posibilidades«, advirtió el presidente colombiano, «porque eso [una posible mediación] tendría que ser algo que saliera de ambas partes».
«Hablamos de las víctimas«, explicó Santos, «y de cómo Colombia es el primer país que pone a las víctimas en el centro de la solución del conflicto. Hablamos de cómo podíamos respetar sus derechos, buscar esa forma de justicia y al mismo tiempo lograr la paz». El Papa, que puso la maquinaria diplomática vaticana al servicio de la paz en Colombia, animó además a Santos a no bajar la guardia en la búsqueda de un país donde «se aprenda a perdonar«. Bergoglio se comprometió a adelantar su visita a Colombia —para la que aún no hay fecha— en el caso de que se alcance la paz.
Desde su llegada al papado, Francisco se ha destacado por su intensa labor diplomática, aun en los conflictos, como el que separa a israelíes y palestinos, más difíciles de resolver. En algunos casos —el viaje a Tierra Santa o la jornada de oración de cristianos, judíos y musulmanes en el Vaticano— su trabajo a favor de la paz ha sido público y lleno de gestos. En otros —la mediación entre EE UU y Cuba que tanto agradecieron tanto Barack Obama como Fidel Castro—, se ha desarrollado en el mayor de los secretos.
DesdeLaPlaza.com/El País.es/AMH