Tras el discurso xenófobo emitido por Donald Trump, durante su postulación a candidato republicano rumbo a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, el gobierno de México salió a la defensa del orgullo de su nación.
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En un gesto poco habitual, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dejó los mareantes asuntos internos y respondió públicamente al multimillonario.
No sólo tachó sus palabras de «prejuiciosas y absurdas», sino que recordó una verdad que late detrás de la grandeza de Estados Unidos: «Desconoce el señor Trump la aportación de todos los migrantes, de prácticamente todas las naciones del mundo, que han llegado a Estados Unidos para apoyar su desarrollo».
Chong, una de las figuras políticas de más peso en México y que coquetea con la posibilidad de presentarse a la carrera presidencial, aprovechó para poner la mira en los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos y cuya orientación política se ha convertido en un inmenso caladero electoral a ambos lados de la frontera. «Son las y los mexicanos que están allá, por diferentes circunstancias, quienes ayudan, sin lugar a dudas, al desarrollo de Estados Unidos y a fortalecerlo como una gran potencia mundial».
Las invectivas de Trump, como recordó Chong, surgen en un momento de contienda electoral y tienen como objetivo «descarado» la búsqueda del voto ultra estadounidense. Pero con su virulencia sacan a la luz los prejuicios raciales que aún anidan en el gran vecino del norte. Una diana sobre la que Trump se ha ejercitado en anteriores ocasiones.
La misma noche en que el director mexicano Alejandro González Iñárritu ganó los tres premios Oscar, el multimillonario se burló del cineasta y aprovechó para sacudir a México como país corrupto. El golpe dolió en el sur y, junto con los dardos tóxicos lanzados contra Iñárritu por el actor Robert Downey Jr., desencadenaron una gigantesca ola de respuesta en las redes. Algo similar a lo que se ha vivido con el último ataque de Trump.
DesdeLaPlaza.com/El País/AMB