Los yihadistas del Estado Islámico (EI) tomaron ayer el control de la ciudad de Ramadi, la capital de la provincia de Al Anbar, tras ocupar una base militar clave en una localidad también esencial en la ruta hacia Bagdad desde el oeste.
El primer ministro del país, Haider al Abadi, autorizó de manera inédita el despliegue de las milicias chiíes para recobrar el control de la provincia de Al Anbar, mayoritariamente suní, y ordenó a sus hombres que mantengan sus posiciones, al tiempo que prometía el envío de refuerzos, según informó la televisión estatal Al Iraquiya. Al Abadi aseguró que tendrá el apoyo de la aviación de la coalición internacional para detener el avance de los yihadistas.
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Miembros de las fuerzas de seguridad señalaron que abandonaron el cuartel, que según algunas fuentes alberga un importante almacén de armas, cuando fueron atacados por los insurgentes. El portavoz del gobernador de la provincia, Mouhannad Haimour, dio por caída la ciudad a manos del EI al haber sido “abandonada” la base militar. Añadió que unas 500 personas entre civiles y fuerzas de seguridad han fallecido desde que comenzó la ofensiva sobre Ramadi (la segunda en un mes) el viernes.
El reciente avance del EI en esta provincia representa su mayor victoria desde que el Ejército iraquí y las milicias chiíes comenzaron el año pasado a hacerle retroceder. Un portavoz de Abadi señaló que el primer ministro ordenó el despliegue de los paramilitares chiíes después de que el consejo provincial votara a favor del mismo. Hasta ahora, les había mantenido al margen en Al Anbar porque jeques tribales y clérigos suníes de la provincia habían rechazado la participación de las milicias chiíes por miedo a que esos grupos perpetraran represalias contra la población suní, a la que acusan de apoyar a los yihadistas.
DesdeLaPlaza.com/El País.es/AMH