El viernes el Papa Francisco visitó el Centro de Rehabilitación Santa Cruz-Palmasola, la cárcel más peligrosa de Bolivia, donde escuchó los testimonios de tres presos.
Allí dirigió un discurso en el que transmitió la cercanía de la Iglesia y los alentó a mirar el rostro crucificado de Jesús cuando se sientan desalentados.
El sumo pontífice expresó, en parte de su discurso que ha podido «comprobar cómo el dolor no es capaz de apagar la esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con fuerza en circunstancias adversas«.
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Con esto trató de levantar el ánimo de aquellos que están privados de libertad, haciendo un llamado a no olvidar que a pesar de las circunstancias adversas de la vida, el amor de Dios está con todos. Sin olvidar que las esperanzas son las últimas que se pierden.
Además pidió a las autoridades penitenciarias «dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona».
DesdeLaPlaza.com/MD