El sargento Bowe Bergdahl, aunque tal vez él no sabía de su ascenso de grado, subió al helicóptero. Pensó que el ruido hacía imposible que le escucharan, así que escribió en un plato de cartón: “SF? (por fuerzas especiales). Un uniformado gritó la respuesta: “Sí, te hemos estado buscando mucho tiempo”. Bergdahl, de 28 años, rompió a llorar.
Había vuelto a la libertad, en algún punto de Afganistán. Era el único militar estadounidense en manos de los talibanes, desde el 30 de junio del 2009. La noticia de su liberación la difundió ayer la Casa Blanca. Según el comunicado, el propio presidente Barack Obama llamó a la familia del uniformado para darles la buena nueva, y elogiar su “coraje y sacrificio”. “Esto también recuerda –añade la nota de Obama- nuestro compromiso de no dejar atrás a ningún hombre o mujer con uniforme”.
En el comunicado no se explica nada del trato alcanzado. La liberación del sargento se ha producido a cambio de cinco prisioneros de Guantánamo. La operación se ha realizado con la mediación de Qatar –a cuyo emir le agradece Obama sus esfuerzos- y además tiene bajo su custodia a los cinco presos.
De inmediato, voces republicanas criticaron que se negociara con los talibanes. Pero la Casa Blanca replicó que no ha habido una relación directa, sino que Qatar se ha encargado de intercambiar mensajes desde noviembre. Algunos expertos se mostraron a favor del trato, pese a que todo apunta que los cinco liberados regresarán a actividades de militancia.
Las pruebas de vida de Bergdahl se habían perdido, pero a finales del 2013, de nuevo se tuvo constancia de que continuaba detenido. En el Pentágono se considera ahora que el soldado seguramente estuvo preso en Pakistán, pero desconocen cuándo realizaron el traslado de regreso a Afganistán.
Los talibanes también reconocieron que se había llevado a cabo el intercambio. Aseguraron que habían recuperado a cinco “cualificados comandos”.
Bob y Jani, los padres de Bergdahl, emitieron un comunicado. “Estamos pletóricos de júbilo y aliviados”, indicaron. “No podemos esperar a abrazar a nuestro único hijo”.
Horas después, pasadas las seis de la tarde, Obama compareció en el jardín de la Casa Blanca junto a los Bergdahl. El presidente prácticamente hizo una lectura del comunicado emitido horas antes. “Nos comprometimos a devolver casa a nuestro prisioneros de guerra y hoy, al menos en esta instancia, hemos conseguido mantener esa promesa”, dijo.
Tras insistir en el agradecimiento a Qatar, añadió lo que se había dejado en la nota. Esto es, que el militar, cuya desaparición hace casi cinco años sigue planteando interrogantes sobre cómo se produjo, ha sido intercambiado por cinco presos.
Señaló que ha recibido garantías de que no podrán regresar al “frente activo”. Al parecer, el gobierno qatarí les impedirá la posibilidad de viajar. Obama precisó que Estados Unidos sigue trabajando por la reconciliación en Afganistán y recordó lo que dijo esta semana. A principios del 2015 sólo quedará en ese país un contingente de 10.000 soldados, que no participarán en tareas de combate. A finales del 2016 no quedarán más que el retén de vigilancia diplomática. El presidente insistió en que mantiene su compromiso de cerrar el penal de la isla de Cuba. Lo dijo en respuesta a las críticas surgidas por haber permitido que cinco reclusos hayan salido sin el permiso del Congreso.
Los padres dieron las gracias y se mostraron muy emocionados. Los dos aseguraron que ahora les queda el trabajo de recuperar a su hijo. Bob pidió a los medios que entiendan la situación y que, por tanto, se abstengan de acosarlos.
Hubo un emotivo abrazo entre Jani y Obama antes de irse al interior.
A Bergdahl lo llevaron a la base de Bagran para someterlo a una revisión antes de viajar de vuelta a casa. En apariencia, lucía buen aspecto. Por cierto, lo ascendieron a sargento en el 2011, en ausencia.
Desde la Plaza/ 20Minutos/ AMH