Redoblan los tambores, los elefantes, bufones y cortesanos bailan la conga, ondea la tela morada republicana, se ha oxidado el filo de la guillotina: Su Majestad ha renunciado.
El miliciano exilado lo desprecia, quisiera haber puesto fin al reinado del heredero de Franco, revolución mediante.
Sin verdugo cae la guadaña, rueda la corona. Va a parar en la cabeza del que sigue en el linaje imperial. Los índices de desempleo en la España real son tan brutales que hasta el monarca se ha quedado (por voluntad propia y con jubilación garantizada) sin trabajo. Entrecomille usted esta farsa, porque Juan Carlos cobró y cobrará sin trabajar.
Pero los titulares de “Hola” resaltan que el hombre ahora no quiere títulos nobiliarios, después de pasar más de la mitad de su vida como Rex imperator. Y en la Latinoamérica que se resiste a la independencia, aun doscientos años después de libertada, le mecen la hamaca y amenazan con formar la Junta Defensora de los Derechos de JuanCa; mientras la masa grita “¿Por qué no se callan?”.
¿Es la renuncia del Rey una cortina de humo ante el desprecio generalizado de un pueblo que sufre la decadencia de un sistema medieval, que los vuelve a dejar en la calle, robando sus casas, sus alimentos, su vida?
¿Es una operación publicitaria, para camuflar el cumplimiento del más asqueroso de los testamentos, la herencia de un instrumento usado para invadir, masacrar, robar, violar, y hacer gala de la impunidad y la más miserable sonrisa para la foto?
Promete el sucesor que su ascensión será laica, no tendrá, como escribió Rafael Alberti un “repolludo cardenal narigado, narigudo”. Quizá habría sido demasiado pedir que un Papa de una excolonia liberada a punta de fusil, fuese quien le posara la corona sobre la mollera.
Al anunciar una ceremonia laica, Felipe VI olvida –demagógicamente- que es Rey por voluntad divina, y advierte su austeridad cuando sólo los gastos anuales de la corona están calculados en casi once mil millones de dólares.
En la España de los desempleados, de los suicidios por desahucios, de la fuga de cerebros jóvenes, del derrumbe del estado de bienestar, podrá faltar el “curro”, pero Felipe como el de la ranchera sigue “siendo el Rey”.
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Sube el telón: El “Borbón esperpenticio”, con su “Borbona esperpenticia” ha abdicado. Baja el telón; sube el telón: Se perpetúa el robo de los Borbones, la mala-obra iniciada en 1713 y que continúa a mediados de junio de 2014. Baja el telón; sube el telón: Anímense súbditos a dejar la sumisión.
Desde La Plaza/ Indira Carpio y Ernesto J. Navarro