Una argentina recibió una llamada telefónica del papa Francisco, para autorizarla a comulgar, luego de que la mujer le enviara un correo electrónico el año pasado en el que le solicitaba poder recibir la santa eucaristía.
«En septiembre del año pasado le escribí un mail al Papa, porque es argentino y uno se toma estas confianzas de creer que te va a contestar y me respondió anteayer (lunes)», contó Jacqueline Lisbona, de 47 años, en declaraciones a radio Del Plata.
La mujer vive en la ciudad de San Lorenzo, 300 km al norte de Buenos Aires, y dejó de ir a la Iglesia por sentirse “una católica de segunda”, según le contó al Papa en el correo.
El Sumo Pontífice llamó a la mujer a su casa para decirle «que podía volver (a la Iglesia). Eso haré en algún momento. Me dijo que estaban tratando este tema» en el Vaticano, agregó.
Lisbona tiene diez años sin poder comulgar, porque está casada desde hace 19 años por civil con Julio, un hombre divorciado que en su primer enlace había contraído matrimonio por civil y por la Iglesia.
«A mí me dijeron que no podía comulgar y yo lo cumplí. El padre se enteró de que estaba casada con un hombre divorciado porque me fui a confesar, si no, no se hubiera enterado y no habría pasado nada», advirtió.
«A lo mejor muchas personas comulgan sin confesarse porque no sienten que vivan en pecado«, indicó la mujer. «La verdad es que estas cosas son del siglo más que pasado», agregó al sostener que ese mensaje del párroco la había alejado totalmente de la Iglesia.
De familia católica, como el 75% de los argentinos, Lisbona recordó que de niña iba a misa todos los domingos pero luego se fue alejando y después de aquel episodio «estaba más enojada y directamente no iba más».
«Sé que es increíble, volveré a la Iglesia, pero me quiero tranquilizar y lo quiero hacer con mucha fe. El Papa sólo me pidió que no vaya a la iglesia de mi barrio», agregó.
La mujer contó que no le preguntó nada al papa sobre el alcance de su autorización : «A lo mejor fui egoísta, pero yo hablaba con él por mí».
La conversación se cerró con una bendición familiar y luego «lloramos todos, por la emoción y la alegría, fue un llanto colectivo», reveló Lisbona.
El Papa suele involucrarse con lo que ocurre en su natal Argentina, como a principios de abril cuando dijo en un mensaje que «sentía las patadas en el alma», al ver en los medios el linchamiento de un supuesto delincuente por parte de vecinos en la ciudad de Rosario.
«Me dolía todo, me dolía el cuerpo del pibe, me dolía el corazón de los que pateaban. Pensé que a ese chico lo hicimos nosotros, creció entre nosotros, se educó entre nosotros. ¿Qué cosa falló?», dijo.
Desde La Plaza/AFP/COM