Todavía muchos recuerdan aquel audiovisual publicado en 2012 que mostraba a una juventud acomodada que expuso a través de Caracas ciudad de despedidas, sus inquietudes sobre la posibilidad de vivir o no en Venezuela, convirtiendo en toda una celebridad al que pronunció la frase “me iría demasiado”.
Sin embargo, hay historias dentro de los cuentos del éxito que se esconden detrás del fracaso de aquellos que no alcanzaron concretar sus objetivos.
¿Seguro allá hay mejores cosas?
Muchos son los jóvenes que salen tras un gran protocolo burocrático, en su mayoría regresan a Venezuela por diferentes circunstancias, en su mayoría: no logran establecerse, la explotación al que se ven expuestos para ganar algo de dinero, las estafas de muchos centros de inglés ilegales y el tiempo del visado corresponden los mayores inconvenientes.
Tal es el caso del estudiante de Computación de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Daniel Hernández, quien decidió -por una paralización constante de clases- intentar estudiar inglés fuera del país. Y le indicó a Desde La Plaza que la idea era tener más conocimientos sobre este idioma y trabajar en Irlanda, pero su decepción se enalteció al ser víctima de una estafa.
“Tras llegar al país, me encontré que la persona me asesoró para inscribirme no existía y descubrí que todo era una mentira, ya que el instituto era ficticio, siendo estafadas conmigo otros 15 venezolanos”, recordó Hernández.
Su visita terminó en tiempo récord, al gastar los dólares que había llevado para mantenerse mientras encontraba un trabajo que le permitiera estudiar.
Explotación y maltrato
Por su parte, Stefanny Montilla, técnico superior en publicidad y mercadeo, se arriesgó a dejarlo todo y con la premisa de que después de graduarse no encontró buenas oportunidades de empleo agarró sus ahorros y se fue.
“Logré llegar a España tras un largo sacrificio para comprar los pasajes, trabajé durante largas horas del día por muy pocos euros en un local de comida, situación que me llevó a declinar”, detalló Montilla.
La joven comentó que aunque el dinero ganado le serviría para vivir y mantenerse en el país europeo, la explotación laboral para ganarse el pan la motivó a regresar con los suyos.
Más allá de los sueños
El sociólogo Omar Hernández, detalló a Desde La Plaza, que muchos creen esperar “un fajo de rosas”, esperándolos fuera del país.
“La mayoría de los jóvenes saben que no encontrarán las oportunidades que sueñan, pero aún así, se atreven a irse en búsqueda de vivir la sensación de estar en un país que evoluciona al mismo tiempo que ellos”, afirmó el especialista.
Para Hernández, la emigración estudiantil al final «debilita» el motor productivo del país, pues representa desde su perspectiva: «El principal capital económico que una nación tiene».
Pocos trabajos de investigación
Solo se conoce una investigación referente a la emigración de jóvenes y la publicó la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), titulado La emigración en Venezuela durante la última década, donde la doctora en demografía y directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, Anitza Freitez, ofrece un amplio análisis sobre este tema.
Resalta que, entre 2005 y 2010, el número de venezolanos que residen en el exterior pasó de 378 mil a 521 mil, cifra que encontró al revisar las estimaciones de la División de Población de Naciones Unidas y el Banco Mundial. Y los países con mayor preferencia son: Estados Unidos, España, Irlanda y Australia.
Desde La Plaza/KCB