El periodista y activista filipino, José Antonio Vargas, fue ganador de un prestigioso premio Pulitzer, sin embargo, lo arrestaron, lo ingresaron a un centro de inmigrantes indocumentados y lo tenían listo para su deportación. El caso de Vargas, hoy reavivó el debate sobre la inmigración en Estados Unidos.
«La Guardia Fronteriza me ha liberado«, anunció el propio Vargas en un comunicado puesto en la página de Facebook de Define American, la organización que fundó para dar a apoyo a los sin papeles.
Vargas, quien emigró de Filipinas a Estados Unidos con su familia cuando tenía 12 años, fue detenido al intentar abordar un avión en la ciudad fronteriza de McAllen en dirección a Los Angeles, según explicó el director de campañas de su organización, Ryan Eller.
Un portavoz de la Guardia Fronteriza (CBP, en inglés) dijo a la AFP que Vargas fue detenido «para comprobar su situación legal» en el país.
El activista pasó varios días en McAllen para conocer de primera mano la situación de los miles de niños que emigran solos, un fenómeno que ha desbordado a las autoridades estadounidenses y que ha sido calificado por el presidente Barack Obama como una crisis humanitaria.
«Nuestras vidas están a diario llenas de miedo en actos tan simples como tomar un avión para volver a casa con nuestra familia», aseguró Vargas en el comunicado.
«Con un Congreso que fracasa en la reforma migratoria y el presidente Obama sopesando sus opciones ante las acciones ejecutivas que puede tomar, la pregunta clave es: ¿cómo definimos a un estadounidense?», se preguntó.
La detención de Vargas fue criticada por numerosas organizaciones de derechos humanos y el propio Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, ciudad de residencia de Vargas.
«Me solidarizo con el periodista y activista José Antonio Vargas», escribió el alcalde. «Es un hombre ejemplar cuyo incansable trabajo ha ayudado a crear conciencia sobre las vidas de los millones de inmigrantes indocumentados que viven en suelo estadounidense«.
Su arresto, prosiguió, «deja en evidencia cómo nuestras autoridades migratorias fracasan en el uso de su discreción al detener a inmigrantes que no representan ningún riesgo para nuestra seguridad».
Desde la Plaza/AFP/AMH