El día en que Hugo Chávez se inmortalizó en Caracas

Desde tempranas horas de aquel 4 de octubre, el toque de diana despertó en los seguidores del líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez, una llama que no se extinguiría jamás.

Los ciudadanos en todo el país se preparaban cual si fueran a una batalla, en la que no se cobrarían vidas, pero sí el destino de la patria venezolana. Ver a Chávez en vivo, tener una remota posibilidad de tocarlo o de hablar con él, o simplemente para acompañarlo en el acto más importante de su campaña, motivaron a miles de venezolanos a asistir a la gran movilización pautada en Caracas, para lo que sería un épico cierre de campaña del entonces candidato a la reelección presidencial.

Para sus seguidores no existían cuestionamientos o signos de cansancio que impidieran cumplirle al creador del Plan de la Patria, sólo pensar en que aún con su delicado estado de salud, no se inmutó al realizar un recorrido por más de 20 ciudades del país, sumado a la incansable tarea de llevar las riendas de Venezuela en plenos comicios, era suficiente gasolina para un pueblo lleno de fe en su líder.

Miles de autobuses, carros particulares y taxis, se dirigían a la capital del país en búsqueda de mejores ubicaciones para ver a Chávez en la ciudad. En las plazas fueron situadas grandes pantallas donde la trasmisión del evento otorgaba el termómetro de cómo iba el cumplimiento del objetivo de llenar las 7 avenidas más emblemáticas de Caracas, como la Bolívar, Universidad, México, Fuerzas Armadas, Baralt, Lecuna y Urdaneta.

En su mayoría, los que hacían presencia en las avenidas, no lo hacían con la intención de superar la concentración realizada por la oposición en la Bolívar, sino de ser partícipe de una de los eventos que definirían la superioridad del pueblo chavista.

Se hacían las 11:00am y los eventos musicales, culturales y folklóricos amenizaban en distintos puntos de las avenidas la procesión hacia la tarima donde Chávez se dirigiría a su pueblo.

La amenaza de lluvia se hizo presente luego del inclemente sol matutino, y aunque el clima oscurecía, miles de personas esperaban firmes a la espera del “corazón de la patria”.

Aproximadamente a las 2:00pm de la tarde, “el Titán de América” apareció entre una multitudinaria caravana, saludando a los presentes con la alegría que había caracterizado la espera de los revolucionarios, dándole la espalda a las gotas de lluvia que empezaban a caer y al aguacero del mediodía.

Se acercaba a la tarima vestido con una camisa roja, una chaqueta cazadora azul oscura, jean y mocasines grises, en medio de gritos y el coro “vive tu vida, dale alegría, escucha  bien lo que te estoy diciendo, no más barreras al sentimiento, Chávez corazón del pueblo”.

Acto seguido Darío Vivas, el entonces coordinador nacional de Movilización del Comando de Campaña Carabobo, dio la que sería la última presentación del líder de la Revolución en un acto de masas, con un grito que se desbordó en las avenidas de Caracas.

“Y ahora y para siempre… el candidato de la Patria ¡Hugo Chávez! ¡Viva nuestro Comandante!”, expresó Vivas.

Chávez aparecía entre la lluvia que no cesaba, con un micrófono en mano entonando las gloriosas notas del Himno Nacional, acompañado de las voces de más de medio millón de personas.

Tras finalizar y con la humildad que lo caracterizaba saludó a los presentes, auspiciando la contundente victoria que se suscitaría el 7 de octubre.

“Le vamos a dar una paliza a la burguesía, va a ser una victoria popular, bolivariana”, sentenció el líder.

La prensa nacional e internacional, retrataba cada paso que daba en el largo pasillo de la tarima, donde gestos de amor y de reflexión fueron evidenciadas luego de ser reveladas.

Dándole gracias a la vida, Chávez expresó su emoción por haber presenciado la avalancha “roja rojita” que tomó a la ciudad, destacando los grandes avances que ha tenido la revolución en todos estos años de arduo trabajo.

“Venezuela resucitó de entre los muertos y hoy vive la Patria, la Patria joven, muchachos”, agregando que “por nada en el mundo nosotros vamos a permitir que vuelvan a aniquilar a Venezuela y eso es lo que está en juego el 7 de octubre, nos estamos jugando la vida de Venezuela”.

El líder paseó sus discursos a lo largo de toda la tarima y desbordando gran sentimiento patriótico, de unión cívico-militar y la convicción de que solo en revolución se podrán alcanzar los objetivos para convertir a Venezuela en una potencia en múltiples áreas.

Finalizó su discurso glorificando que “con esta lluvia de San Francisco nos consideramos bendecidos por la mano de Dios y de Cristo redentor. Nos ha caído el agua bendita de San Francisco, esto es un preludio de lo que va a ocurrir el domingo 7 de octubre”, exclamó mientras la intensa lluvia pasaba desapercibida por los presentes.

Tras una amena despedida al lado de su comando de campaña, bailó los temas interpretados por Los Cadillacs, Omar Enrique y Hany Kauam, sin importarle la lluvia, ya que el calor de su pueblo lo abrigaba, dirigiéndose de nuevo a la caravana y desapareciendo entre el mar rojo, quedando inmortalizado en la memoria de los ciudadanos y en las calles de la capital.

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Desde La Plaza/KCB