En una jornada histórica el pasado lunes primero de mayo de 2017, durante la conmemoración del día internacional del Trabajador, el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, convocó a la nación a un proceso nacional Constituyente, invocando al poder originario del pueblo venezolano, para refundar la República y conferirle rango constitucional a las grandes Misiones Sociales, entre otros grandes aspectos de interés.
Es el as que se juega el primer mandatario nacional para conjurar la violencia terrorista de los grupos de extrema derecha y conseguir una salida pacífica a la crisis política generada por los factores que detentan el poder económico en Venezuela, y que a su vez son los operadores internos del imperialismo norteamericano.
Desde ya el anuncio efectuado por el Jefe del Estado ha generado múltiples reacciones. En esta entrega intentaremos enumerar las razones que consideramos más importantes y que –a nuestro criterio- justifican plenamente un llamado de tal envergadura:
- En primer lugar porque está en marcha un nuevo golpe de Estado contra la revolución bolivariana. La dirigencia de la oposición está secuestrada por factores de la ultraderecha, que creen en la violencia terrorista como método de lucha política. Así estos sectores, encabezados por seudo líderes como, Julio Borges, Tomás Guanipa, Freddy Guevara, María Corina Machado y Henrique Capriles, entre otros, han torpedeado todos los esfuerzos de diálogo impulsados por el Presidente Maduro. Esta gente insiste en las mal denominadas guarimbas, como vía para imponer su visión de la sociedad. Para ello han recibido recursos financieros y asesoría de parte de organismos norteamericanos. En esta nueva y tenebrosa edición de actos tan deplorables ya se contabilizan cerca de una treintena de fallecidos y más de 400 lesionados, varios de ellos de gravedad. La locura desatada también ha provocado pérdidas materiales de quipos, bienes y planta física de distintas instituciones por más de Bs. 50.000 millones.
- Porque la Asamblea Nacional constituida democráticamente por la vía del voto popular, ha desvirtuado sus funciones, transformándose en el ariete de todas las conspiraciones. Así han hecho la “guarimba legislativa” incurriendo en el desacato contumaz a las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia. Los diputados del actual período parlamentario se han arrogado el derecho desconocer la voluntad del pueblo que votó democráticamente a favor del mandato constitucional del Presidente, Nicolás Maduro. Y en un temerario ejercicio de irresponsabilidad política estos diputados han alegadoque el pueblo que voto por ellos les dio una especie de patente de corso, para defenestrar al Presidente Maduro de Miraflores. Semejante razonamiento sólo tiene cabida en una imaginación calenturienta, se cuentan por decenas los regímenes democráticos alrededor del mundo entero, donde la opción que gobierna o controla el poder Ejecutivo no es la misma que rige al Legislativo y ello de ninguna manera supone que un poder deba derrocar al otro. Todo lo contrario las normas del juego democrático plantean que se debe preservar siempre la majestad de las instituciones, sin que ello deba constituir nada extraordinario.
- Porque el único poder facultado constitucionalmente para dirimir la disyuntiva histórica que está planteada en Venezuela es precisamente el Poder Popular Originario, para hacer bueno el texto constitucional cuando establece en su artículo quinto que “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo”, quien debe ejercerla en las diversas formas previstas en la Constitución. De forma responsable y estando a la altura del tiempo histórico, el Presidente Maduro demuestra coraje y sagacidad política al convocar a las fuerzas populares para que se diriman las controversias mediante el sufragio democrático. Es decir la gente tendrá la oportunidad de expresarse libre y democráticamente una vez más; y no con balas, celadas o terrorismo de ninguna especie, como ha pretendido el seudo liderazgo opositor. Así nuevamente los revolucionarios abriremos las compuertas para se escuche la “voz del Pueblo, que es la voz de Dios”.
- Porque las brechas y desigualdades que existen en Venezuela y que se repiten en casi toda América Latina constituyen un fenómeno estructural del sistema capitalista mundial. Es totalmente falso que la pobreza y las necesidades hayan sido consecuencia del chavismo-madurismo. Todo lo contrario en estos diecisiete años se ha realizado un esfuerzo titánico por saldar la tremenda deuda social que hizo de Venezuela uno de los países más desiguales del mundo a fines de los noventa. El chavismo ha incrementado sustancialmente la inversión en salud, educación cultura, alimentación y seguridad social, pero persisten problemas estructurales que deben ser atacados, al amparo de un proceso Constituyente que permita profundizar la Revolución Bolivariana y conferirle de un carácter irreversible.
- Porque tenemos el derecho y el compromiso histórico e irrenunciable de hacer de Venezuela una Patria absolutamente libre y soberana, donde prevalezca la justicia social y la igualdad política. Ello solo es posible en un sistema revolucionario, guiado por una visión humanista y socialista. El único modelo que ha demostrado con creces su gran fracaso histórico es el capitalismo por su carácter excluyente, altamente concentrado y depredador del hombre y del medio ambiente.
Por todo eso apoyamos fervientemente la Constituyente convocada por el Presidente Maduro. Esperamos que los locos violentos entren por el redil democrático o vayan a parar a la cárcel donde pertenecen, como el sujeto de Ramo Verde. El pueblo venezolano tiene derecho a la paz.
DesdeLaPlaza.com/Daniel Córdova Zerpa