El pasado sábado 30 de mayo la oposición venezolana realizó movilizaciones a nivel nacional, ¿el motivo? “Solicitar la liberación de los presos políticos”.
Sin intenciones de ahondar en la discusión de lo que para algunas personas son “presos políticos”, y otras personas consideramos simplemente “políticos presos”, vamos sencillamente a reflexionar un poco sobre las inconsistencias de esta bandera de lucha en manos de la oposición.
La convocatoria inicial de la movilización la realiza Leopoldo López a través de un video que graba desde su celda y que se difunde viralmente en redes sociales, según sus propias palabras el motivo principal es la liberación de los presos políticos, también menciona la denuncia contra la persecución política, la censura y una serie de demandas con respecto a las elecciones parlamentarias.
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Es muy extraña la represión de este Gobierno que no solo permite que se difunda un video como éste (continua disponible en internet), sino que también permite la libre expresión de quienes lo adversan e incluso garantiza la seguridad de quienes asisten a las manifestaciones. En el caso específico de este político preso, cabe recordar que fue el Gobierno Venezolano el que resguardó su vida ante las intenciones de sus compañeros de la Mesa de la Unidad de asesinarlo, hecho confirmado incluso por su esposa Lilian Tintori; fue justamente el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien asumió la responsabilidad y el riesgo del traslado de Leopoldo López al centro penitenciario para garantizar personalmente su seguridad.
De la mencionada censura no solamente encontramos una pública y abierta convocatoria a la protesta, sino también una oposición que en lo absoluto se esconde en la clandestinidad, por lo contrario suele prepotentemente asumir que quien le rodea comparte su postura, razón por la cual no tienen filtro alguno al momento de despotricar y vomitar su veneno de odio y frustración contra el Gobierno en cualquier lugar, desde las redes sociales y áreas comunes hasta las mismas instituciones del Estado y los medios de comunicación. ¡Qué clase de censura!
Con respecto a las elecciones parlamentarias, ni la fecha, ni los observadores internacionales podrán remendar el cada vez más evidente y aparatoso divorcio existente en ese matrimonio obligado que fue la MUD. Estas demandas buscan distraer la atención sobre la arbitrariedad en la imposición de candidatas y candidatos, las divisiones internas, la disputa por la lista única, y la descarada ausencia de jóvenes y mujeres. Sin embargo podemos acotar que Venezuela tiene record en procesos de sufragio, todos con la presencia de observadores electorales tanto nacionales como internacionales, incluidos países miembros de la OEA y de la UE. Existen países como Estados Unidos que no permiten la presencia de observadores electorales internacionales de ningún tipo.
Retomando la punta de lanza de los “presos políticos”, me gustaría culminar haciendo mención de un verdadero preso político, un caso que quizá desconocen la mayoría de quienes salieron a manifestar por los derechos de sus “tantos” políticos presos (que no podían mencionar a siquiera tres de éstos, más allá de López y Ceballos, y este último por la fama reciente que le ofreció su vida privada); se trata del puertorriqueño Oscar López Rivera, quien cumplió justamente el 29 de mayo 34 años privado de libertad en manos del Gobierno de Estados Unidos.
Oscar es el preso político, mejor dicho, el prisionero de guerra más antiguo de nuestra historia, ¿su delito? Enfrentarse al colonialismo y luchar por la independencia de su país, por eso se trata de un prisionero de guerra, porque libraba una batalla independentista contra la Colonia, como lo hizo Mandela, como lo hizo Bolívar.
El Gobierno Norteamericano jamás aceptó esta condición y lo condenó como terrorista, su sentencia asciende a 70 años, actualmente tiene 72 años de edad, de los cuales 34 ha estado preso, y de esos, 12 años estuvo confinado en solitario, siendo sometido a múltiples torturas, y no se trata de huelgas de hambre voluntarias sino de torturas físicas y psicológicas reales, años enteros sin poder ver a su familia, presentaciones cada dos horas, y aún a su edad debe dormir con un brazo y una pierna fuera de las rejas para que sus carceleros “constaten” que está en su celda.
Comparemos pues la Historia de Oscar López Rivera, las historias que hoy se esconden en la Plaza La Concordia en Caracas donde estuvo la Rotunda, las historias de la masacre del Liceo Sanz, y los silencios forzados de quienes no podrán contar su historia del Caracazo, quienes aparecen sin nombre sino como ”individuos” en sus nichos… Es no solo irresponsable, sino indigno e irrespetuoso que hable la oposición de represión, de persecución, de censura y de presos políticos en estos tiempos.
DesdeLaPlaza.com / Ana Sofía Cabezas
@anasofia510