En el limbo parecen haber quedado las promesas del alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez, cuando en 2009 le dijo a su pueblo que dejaría de ser “territorio de ilegales y que en eso estaba trabajando”.
Sin embargo, más de cinco años después, la frontera colombo-venezolana ha sido cerrada por el gobierno venezolano, por -entre otros motivos- los altos niveles de contrabando y movimientos paramilitares que hacen vida en la zona.
Lee más: Frontera colombo-venezolana, un territorio cada vez más difícil de controlar
¿Qué pasó entonces? José Abel Correa, el presidente de Sintragasolina, uno de los sindicatos más fuertes conformados por este gremio de trabajadores informales de Cúcuta, dijo en una entrevista publicada por portal Colombia Informa a finales de 2013, que fueron “engañados” por el funcionario, que pasó de ofrecerles “villas y castillos” a someterlos a una persecución por su condición de ilegales.
“(El alcalde) firmó un documento con nosotros en su campaña en donde nos prometió muchas cosas que luego desconoció, el día que tomó la foto en su posesión, nos colocaron una camiseta que decía ‘no sea toche, no pague, denuncie’, nosotros nos la colocamos pensando que nos iba a apoyar tal como había prometido”, dijo.
Abel recuerda que en época de elecciones el panorama se tornaba esperanzador, pues al gremio se le había ofrecido carpas para los puestos de venta de gasolina, el arreglo de sus sitios de trabajo y se ofreció a mejorar las alternativas para estas familias.
Además, se llegó a decir que la alcaldía iniciaría negociaciones con el gobierno venezolano la construcción de una estación de servicio de gasolina de PDVSA a este lado de frontera para beneficio de los pimpineros (personas que venden gasolina) y en beneficio del parque automotor.
Incumplidos y desasistidos
Pero todo quedó en palabras. Actualmente, una de las principales fuentes de ingreso económico de esta región colombiana es el comercio informal, con un alto porcentaje de productos que mantienes precios regulados en Venezuela y son sacados ilegalmente para ser vendidos a precios exorbitantes.
El contrabando de gasolina traída de Venezuela para Colombia genera a las grandes mafias hasta un cuatro por ciento de ganancias según cifras reseñadas en el mismo artículo.
“No somos ilegales, somos trabajadores informales, en la medida en que el gobierno no nos brinda una solución digna de empleo, nosotros nos vemos obligados a trabajar en las calles, porque hoy en Cúcuta y en el área metropolitana el Gobierno no brinda garantías para que podamos comer (…) el gobierno no quiere resolver, porque quieren seguirse escudando detrás de los pimpineros para seguir haciendo negocios, porque ellos, la mafia política, son los que trafican con las gandolas y llevan este combustible al interior del país», declaró el sindicalista.
Lee también: Las estratosféricas cifras del contrabando en la frontera
En sus declaraciones, Correa también criticó que usualmente fuesen asociados con las denominadas Bandas Criminales o Bacrim, a las que presuntamente le pagan una vacuna para poder mantenerse en sus puestos de trabajo, y que de negarse son amenazados de muerte o simplemente son asesinados.
“Los pimpineros en Norte de Santander no somos financiadores de las Bacrim tal como lo ha señalado el señor alcalde de Cúcuta (…) Más de doce pimpineros han sido asesinados, varios se han tenido que desplazar por las amenazas y extorsiones por parte de las Bacrim; y las autoridades no hacen nada para defendernos (…) todo el mundo sabe que aquí la extorsión de esa gente va para muchos, pero las autoridades se hacen las que no ven”, lamentó.
¿Y las casas?
Y ahí no se quedan las cosas, según publica el portal Aporrea, el incidente que definitivamente marca a Donamaris es la promesa que lo llevó al triunfo en los comicios: construir 20 mil viviendas para los pobres.
Desde la época electoral, en sus sedes políticas se organizaban reuniones en las que se proyectaban videos sobre las 20 mil viviendas de interés social. Una vez concluidas estas asambleas, el candidato firmaba los formularios que los futuros votantes habían llenado con esperanza, y les garantizaba a cada uno de los presentes que si era alcalde, una de esas futuras viviendas era suya.
Donamaris no se quedó en la pura propaganda, sino que decidió construir dos casas para que la gente las viera y se convenciera de la viabilidad de la propuesta. Las casas están a la vista de todo el mundo y la gente puede entrar a conocerlas y volver realidad en su cabeza la promesa.
75 mil formularios y entre la comunidad empezó a haber una preocupación: ¿cómo se haría ese reparto si había 55 mil beneficiados de más? Donamaris dijo que no había ningún problema, que eso de construir casas era mamey, sobre todo con el método español que traían y que podrían conseguir el Récord Guinness de hacer 55 casas por día en los cuatro años que mandaría.
El 2 de enero de 2012, una fila de 14 mil personas estaba frente al Fondo Nacional del Ahorro con sus formularios en la mano, sin respuesta. Donamaris, acosado por sus votantes, optó por una solución salomónica: no construiría una sola casa.
Una vez en la alcaldía ya no importaba mucho lo prometido. Esa así como sus monumentales promesas quedaron en el olvido.
DesdeLaPlaza.com /ColombiaInforma – Aporrea /ABD