“Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico. Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar”.
Así describió el nobel de literatura Gabriel García Márquez al líder histórico de la revolución cubana. El mismo Fidel Castro que hoy cumple 88 años de vida.
Sin duda, Fidel (así lo llama su pueblo y los pueblos del mundo) es uno de los personajes políticos y militares más importantes del siglo XX y comienzos del XXI, ¿Quién puede negarlo?
Desde el histórico discurso: La Historia me absolverá, en la década del 50 (http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2009/05/la-historia-me-absolvera-fidel-castro.pdf) hasta su retiro de la conducción de la revolución en 2006, Fidel guió a su pueblo en un mar plagado de 11 presidentes de Estados Unidos (*). Un criminal bloqueo económico y comercial y 638 intentos de asesinato contra él (promovidos casi todos por la CIA)lo que le vale un Record Guinness; distinción que se suma al título de Héroe de la Unión Soviética o la Orden de la Estrella de Oro de Vietnam y otras 260 condecoraciones y doctorados Honoris Causa.
La vida de Fidel Castro puede leerse en cientos de libros (desde García Márquez hasta Ignacio Ramonet); puede oírse en decenas de canciones (a favor y en contra) y verse en infinidad de películas, documentales y ficción. No es la intención de este texto hacerle una biografía. Por eso me tomo la licencia de contar al Fidel Castro con el que me topé dos veces y por pura casualidad.
A Fidel lo vi por primera vez cuando descendió de un jeep que, por las destruidas calles de la urbanización Los Corales (estado Vargas, año 2000), conducía el Comandante Hugo Chávez. Ambos visitaban la zona para supervisar los trabajos en medio del caos y la ayuda humanitaria que Cuba hizo llegar a las costas de La Guaira.
Sus escoltas, todos con aspecto de boxeadores peso completo, hicieron una media luna donde los periodistas, que corrimos detrás del vehículo como cuatro cuadras (cerro arriba) y que nos acercamos a preguntar, logramos llegar. Ambos vestían ropa de campaña, ambos hablaron cantidad. Me sorprendió de Fidel su estatura (1,91) y al ver esa mole no pude evitar recordar a García Márquez que una vez contó que Fidel tenía las patas flacas, me reí.
La segunda oportunidad fue en el “inmortal Campo de Carabobo”. Una casualidad estilística hizo que esa mañana yo estuviese vestido como los escoltas que seguían a los comandantes. Así que al terminar el programa Aló Presidente (gracias a la complicidad de una Teniente de Navío que varias veces me ayudó a estar cerca para preguntarle a Chávez), caminé con un grupo que se alejaba hacia unos vehículos y fue el Comandante Chávez quien se dio cuenta que yo no era de ese montón me dijo:
—¿Qué haces tu aquí? -varios escoltas se encrisparon-
—Soy periodista de Panorama
—Ah! ¿Y tú quieres entrevistar a Fidel? -preguntó Chávez zafándose del asunto-
—Si usted me lo permite
Y luego, tres cortísimas preguntas le hice a Fidel que por alguna página del diario Panorama debe estar extraviada esa pequeña conversa que llevo tatuada en la memoria.
Era jodido ver a ese hombre, que se codeó con la gente más importante de casi un siglo, que levantó a su pueblo, que no se quebró ante las presiones de la potencia más arrogante del mundo, que ayudó a otros miles de pueblos pobres y que su única aspiración era, como la contó “El Gabo”, una vaina intrascendente para cualquiera de nosotros:
“Lo he oído en sus escasas horas de añoranza a la vida, evocar las cosas que hubiera podido hacer de otro modo para ganarle más tiempo a la vida. Al verlo muy abrumado por el peso de tantos destinos ajenos, le pregunté qué era lo que más quisiera hacer en este mundo, y me contestó de inmediato: pararme en una esquina”.
(*)11 presidentes de Estados Unidos: Dwight Eisenhower, John F. Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush, y Barack Obama.
Desde La Plaza/Ernesto J. Navarro