La transmisión de Tv es aparatosa. Los que miramos noticias desde la madrugada, vemos como una imagen entra en pantalla como a los empujones. Hay ruido de los periodistas acomodándose para poder estar en lugar privilegiado. Unas puertas de madera se abren…
Varios generales, algunos sin uniforme, aparecen escoltando a un militar mucho más joven que ellos, que viste de camuflaje y boina roja. Es moreno, de rasgos aindiados y voz como de trueno. Nadie lo conoce, pero él mismo se presenta y se hace cargo de la rebelión militar que despertó a Venezuela aquella madrugada del 4 de febrero. Son las 11 de la mañana y es 1992.
El uniformado que habla se cruza de brazos, cierra los ojos y busca compostura… Habla firme y claro
«Primero que nada, quiero dar los buenos días a todo el pueblo de Venezuela y, este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada de Valencia…”
A los televidentes, un frío nos cruza del pecho al estómago. El asombro no es gratuito. Primero hemos visto una rebelión militar transmitida casi en vivo por la televisión y en Segundo término porque ese desconocido se dice responsable, o sea, se hace cargo de algo y eso si es una novedad en la Venezuela saudita, de la que políticos de diferente ralea han huido de sus responsabilidades sin remordimiento alguno.
No es poca cosa que este Comandante Chávez le hable a los soldados rebeldes. Aún no nos han dicho, pero con los días se sabrá que él, es el líder de un movimiento nacionalista en el que se cuentan: 5 tenientes coroneles, 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados alistados.
Dante Roberti, ex preso político de la dictadura militar argentina, militante de la agrupación Montoneros, me contará una mañana larga del año 2005, en su casa de Fishertown (Rosario), que vio las noticias que llegaban a su país sobre la rebelión en Venezuela y, en ese momento, creyó que se trata del alzamiento de un gorila más… No es para menos, después de Videla era como para tener cuidado con los milicos.
Años más tarde, bajo la lluvia del cordonazo de San Francisco, esta vez en la avenida Bolívar de Caracas, Dante recordará aquella charla y me dirá que él -como muchos- desconocía que ese 4 de febrero, la historia del comandante Chávez apenas está empezando.
Febrero de 1992
Media la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (CAP). El dirigente socialdemócrata que llegó al poder empujado por el recuerdo de la bonanza petrolera y un imaginario popular que lo evoca diciendo que “el gocho (así lo llaman) fue bueno porque robó pero nos dejó robar”… Así intentan hacer ver la moral nacional para esos años.
Cuando llega el segundo mes del 92, aún está muy fresca, en la memoria nacional, la toma de posesión de Pérez calificada por la sabiduría popular como la coronación.
El día 5 de febrero de 1989, M. A. Bastenier enviado de El País de España escribiría desde Caracas(1) :
“La recepción a la Prensa internacional puso ayer (o sea el 4 de febrero de 1989) fin en Caracas a los actos de lo que el ingenio local ha calificado de coronación de Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela. Unos fastos, modestos si se los compara con las celebraciones del sha en Persépolis en 1971, pero curiosos en una economía a la que el petróleo no puede ya redimir de antiguos despilfarros. Unos millones de dólares para que el pueblo contemplara, siempre a través de la vidriera de la televisión, cómo CAP, quizá II, puesto que éste es su segundo mandato presidencial, desplegaba su formidable capacidad de convocatoria a través de ideologías y de históricas rivalidades”.
No hacía falta ser un profeta… pero Basteiner cierra su nota diciendo:
“El gran castillo de fuegos artificiales que CAP lleva en la cabeza es de los que engendran frustración si no produce prontos resultados. La ciudadanía que decía haber visto coronarse a un faraón, se pregunta hoy qué ha hecho para merecer esto. Y esto es el comienzo del reinado de Carlos Andrés Pérez”.
Poco le duraría romería(2) a CAP.
Viejo empleado de Washington, el gocho sigue a pies juntillas los mandatos del todopoderoso Fondo Monetario Internacional (FMI) y apenas instalado en Miraflores desinfla el ánimo de sus esperanzados seguidores, y presenta un programa neoliberal (influenciado por las teorías económicas de moda por esos días ente la elite tecnocrática de Estados Unidos) anunciado al país con el eufemismo de El Gran Viraje.
El viraje (al abismo) contempló básicamente:
-adopción de un cambio único libre y flotante para el dólar,
-liberación general de precios y tasas de interés,
-eliminación de subsidios a los bienes y servicios producidos por el Estado (entre ellos el precios de los combustibles internos).
Pero aquello que ni CAP, ni los sesudos analistas de Washington) pudieron prever fue cómo sería la reacción del pueblo venezolano que protagonizó la primera rebelión mundial contra el FMI. Sólo masacrándolo a balazos intentaron silenciar aquel 27 de febrero de 1989 a un país que con su sangre bautizó esta gesta como El Caracazo.
4-F
Volvemos al 92. Hace rato que en la oficialidad media de las Fuerzas Armadas venezolanas se venía gestando un movimiento nacionalista inspirado en el ideal bolivariano de justicia e igualdad. El propio Hugo Chávez recordará que ese Caracazo fue el detonante de la rebelión de los Comacates (así llamados porque el movimiento agrupó a Comandantes, Mayores, Capitanes y Tenientes).
Fernando Ochoa Antich, quien ostenta el cargo de ministro de la defensa de CAP, escribe una verdad que él mismo no pudo ocultar:
“En el seno de las Fuerzas Armadas existía una profunda crisis de liderazgo, corrupción y concentración de privilegios en pocos del alto mando, factores que aumentaban el malestar ya presente por el clima político social del país. En estas condiciones surge el movimiento bolivariano que desde 1988 aglutina jóvenes oficiales –como Chávez- de importante trayectoria militar”.
Estos militares juraron lealtad al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) y burlando restricciones y castigos cumplieron la tarea de sumar voluntades para rebelarse contra la debacle política que azotaba al país.
Los bolivarianos parecían actuar sin prisa, pero el Caracazo apresuró sus planes. Eso lo dijo el propio Hugo Chávez:
“Si algo a mi me llena de indignación y lloré, fue aquella masacre del 27 de febrero de 1989. Y fue de las cosas que me llevó a dejar hijos, casa, familia; junto a mis compañeros y a irnos una noche a aventurarnos contra la incertidumbre, una media noche oscura y tenebrosa y terrible. Con un fusil y con una esperanza y con un sentimiento indescriptible”.
El presidente Pérez se dirige al país ese 4 de febrero y acusa a los golpistas de atentar contra su vida y su gobierno. Lo hace desde la sede del canal Venevisión a donde fue a refugiarse. No buscó cobijo en un cuartel, ni resistió en el Palacio de Gobierno. Lo hizo desde un estudio de Tv.
Y vaya que la historia tiene curiosidades. Ese mismo canal, presidido en el año 2002 por un señor llamado Víctor Ferreres (hoy felizmente residenciado en Miami), será el director del golpe mediático contra Chávez un 11 de abril. Pero esa será otra historia.
Cuando avanza la mañana de ese 4 de febrero, se registran combates en Caracas, Maracay, Valencia y otras ciudades de Venezuela entre soldados leales al régimen y los rebeldes bolivarianos. Pero la capital del país sigue sin caer y Hugo Chávez atrincherado en su puesto de comando en el Cuartel de la montaña, entiende que, ese día, debe rendirse…
Se comunica con los militares leales al régimen de CAP y anuncia que deponen las armas. El ministro de la Defensa entonces le dice al presidente que se le ha ocurrido la idea de presentar a Chávez ante los medios para que llame a rendición a los bolivarianos que efectivamente controlan ciudades importantes como Maracaibo donde el gobernador Oswaldo Álvarez Paz ha sido detenido.
El gocho Pérez es un zorro viejo de la política y aprueba la intervención en tv, pero le pone una condición al general Ochoa: graben el mensaje.
Ochoa Antich no lo sabe, pero está rodeado de oficiales que conocen de la rebelión, que simpatizan con Chávez y que en secreto lo han apoyado. Usan la estratagema de un inminente combate entre militares en el estado Aragua y le aseguran que no hay tiempo para grabar el mensaje. El alto mando desobedeciendo al presidente permiten al Comandante Hugo Chávez, aparecer ante los medios que transmiten en vivo y en directo.
El país entero está mirando sin parpadear siquiera y la voz del Comandante es un trueno que llega, no sólo a sus compañeros de armas… al pueblo:
Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre.
Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse defini tivamente hacia un destino mejor.
Así que oigan mi palabra. Oigan al Comandante Chávez quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional, es imposible que los logremos. Compañeros, oigan este mensaje solidario.
Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este Movimiento militar Bolivariano. Muchas gracias”.(3).
El entonces ministro Ochoa (quien cada tarde trota rodeado de escoltas en el paseo Los Próceres) confesó que nunca se imaginó el impacto popular del llamamiento de Chávez.
Ese martes, ese 4 de febrero de 1992, un joven militar que decía ante las cámaras ser el responsable de la rebelión bolivariana, estaba firmando el acta de defunción del “Pacto de Punto Fijo”, e iniciaba su carrera para convertirse en el presidente más amado por el pueblo y el más influyente político de lo últimos 100 años en Venezuela.
Pero eso él mismo lo desconocía y nosotros apenas estábamos por saberlo.
DesdeLaPlaza / Ernesto J. Navarro
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1.-La ‘coronación’ de Carlos Andrés Pérez. Domingo, 5 de febrero de 1989. http://elpais.com/diario/1989/02/05/internacional/602636405_850215.html
2.-Romería: nombre que los adecos daban a unas fiestas de derroche en sus años de esplendor, para celebrar el cumpleaños del partido.
3.- Hugo Chávez: Por ahora: https://www.youtube.com/watch?v=VBUo-pYeVfQ