Ordos, esta situada en la Mongolia Interior, una región del norte de China, con un importante desarrollo económico en la última década, ésta se despliega como ejemplo contemporáneo de»urbanismo delirante», una muestra visible de cómo la planificación urbanística basada en la especulación y el movimiento del capital, pueden ir en contra de lo que pudiera ser una ciudad funcional.
La misma, fue planificada para acoger a un millón de habitantes, y su población actual no llega a los 20.000, sin embargo no le falta nada, los edificios que no están abandonados ( que son casi la mayoría) permanecen abiertos al público, esperando que muchas personas lleguen al lugar, aunque sea una utopía.
Ordos se destaca por poseer desde un lujoso aeropuerto decorado con símbolos del gloriosos pasado mongol, hasta hoteles cinco estrellas, burdeles, museos, mezquitas, estadios entre otros, lo que hace que sus instalaciones pudieran ser deseadas por cualquier ciudad moderna. Pero ¡Qué es una ciudad sin la gente que la habita? ¿Quién va a querer visitar la que se declara a si misma como «la espectacular ciudad turística China» si los empleados de mantenimiento sobrepasan en número a los habitantes? sólo la fe de quienes la habitan les dará la fuerza para creer que en algún momento más gente llegará a ocuparla, y mientras seguirán viviendo en un mal sueño creado por otros.
Danés Jan Gehl, urbanista, afirma que décadas atrás a la hora de planificar un espacio urbano, primero estaban las personas y sus relaciones y luego los lugares que la acogían, hacerlo al revés no era lo ideal porque nunca funcionaba.
La historia de los asentamientos urbanos, muestra que su naturaleza es fluida y compleja, basada en la actividad humana, antes que las grandes planificaciones institucionales.
Desde la Plaza/playgroundmag.net/JA