Hace unos meses, la tragedia del asesinato accidental de un instructor de tiro en Estados Unidos (EEUU), a manos de su alumna de apenas nueve años de edad dio vuelta al mundo, reabriendo el debate sobre la libertad para la posesión de armas en este país y la edad mínima para aprender a disparar.
Y es que historias de este tipo sobran. En el estado de Pensilvania, un niño de cinco años de edad llevó en su mochila un arma de fuego cargada. Afortunadamente no hubo ningún incidente, dado a que sus compañeros lo descubrieron y avisaron a su maestra a tiempo.
No todos los finales terminan siendo felices como este. Según cifras del Foro de Seguridad del 2012, en EEUU mueren 13 niños diariamente como consecuencia de accidentes con armas de fuego.
Un arma por cada estadounidense
Parte del problema parece ser la libertad de los estadounidenses para adquirir armas gracias a la famosa Segunda Enmienda, una norma constitucional vigente desde siglo XVIII que establece que todos los ciudadanos tienen derecho a poseer armamento casi sin ninguna restricción.
Las leyes para comprar armas son diferentes según cada región, pero siempre queda abierta la posibilidad de adquirirlas. De hecho, en algunos estados solo se requiere el documento de identidad para verificar la mayoría de edad, sin siquiera solicitar antecedentes criminales o constancia de buena salud mental. Mientras que la edad mínima para practicar en la mayoría de los campos de tiro es de ocho años, siempre que se haga bajo la supervisión de los padres.
EEUU tiene más de 310 millones de habitantes y se estima que hay entre 350 y 300 millones de armas en manos de civiles. Es decir, en promedio hay un instrumento bélico por cada habitante, por lo que para conseguir un armamento, un menor podría limitarse a buscar cualquier gaveta de su hogar.
Quizás es por ello que 50% de los hechos donde un menor resulta muerto o herido por armas de fuego, ocurre en su propia casa. Otro 38% sucede en la vivienda de parientes y amigos.
Cultura armamentista
Esta tendencia de porte libre de armas, es parte de la cultura de los estadounidenses y eso ha quedado demostrado a través de los años. Expertos no han temido en señalar que el acercamiento a las armas puede incidir en la conducta de los niños como algo “normal”, por lo que no temen usarlas.
Pablo Fernández, venezolano activista en Derechos Humanos y asesor en temas de seguridad ciudadana, considera que la sociedad estadounidense está enferma, “pues su relación con el armamentismo demuestra unos patrones culturales muy perversos y peligrosos, porque las armas siempre están vinculadas a prácticas violentas, ya que no tienen otra función que matar o agredir”.
Con tan solo una búsqueda en Internet, es fácil hallar como en la década de los 60 y los 70 los juguetes bélicos eran promovidos e impulsado como el perfecto regalo de Navidad. Incluso, eran anunciados como artículos “seguros” y necesarios para salvaguardar a las familias.
Aquí algunos ejemplos de la promoción de armas para niños en EEUU:
Esta realidad se mantiene en la actualidad. Con populares videojuegos bélicos de origen norteamericano como Call of Duty los jóvenes pueden interesarse por más que un control de X-box.
Según un reporte realizado por la agencia de noticias RT, los principales fabricantes de armas han llegado a crear revistas como la “Junior Shooters”, que promueven la afición de los jóvenes por el tiro, fundamentándose en que el dominio de las armas enseña “ciudadanía”, «responsabilidad» y «habilidades para la vida».
Asimismo, diarios que tienen financiamiento de estos fabricantes, como el New York Times, han publicado estudios en el que presuntamente jóvenes apoyan el uso de armas bajo argumentos como “los deportes de tiros son un mecanismo para enseñar otras habilidades de la vida”.
Después de tragedias como la Masacre de Connecticut de 2012, donde un joven de 20 años mató -con la pistola de su madre- a 28 personas en una escuela primaria siendo 20 de ellos niños de 6 y 7 años de edad, el presidente Barack Obama ha resaltado la necesidad de “tomar acciones significativas para impedir más tragedias como esta”, pero la propuesta no ha pasado a mayores.
La solución se avista lejana, pues existen hilos conductuales que no les conviene que esta realidad cambie. Pablo Fernández lo asocia con un trasfondo económico importante. “La famosa Asociación Nacional del Rifle -que agrupa a las grandes corporaciones de la construcción de armamento- tiene un gran poder económico que usan para manipular el poder político de EEUU. Es por ello que ha sido tan difícil y cuesta arriba lograr modificaciones en sus leyes para minimizar el acceso a armas de su población”.
DesdeLaPlaza.com /Anabel Barrios Díaz