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Sospechas Confirmadas

Recuerdo que cuando el presidente Chávez comenzó a denunciar los afanes intervencionistas de los Estados Unidos sobre Venezuela, sus críticos las desestimaron como los desvelos de un trasnochado comunista que se levantó en una época equivocada.

El desarrollo de los acontecimientos en estos días, desde mi perspectiva, confirma esta versión con una nitidez inequívoca, que también sirve para exponer otra revelación temeraria: hay una oposición política colonizada por Washington que hoy comanda a toda la disidencia en el país.

Pero admito que no siento un alivio intelectual porque los hechos confirman una sospecha que también he compartido, sino una enorme preocupación, porque el desafío en frente nos pone a la vista que una vez terminados los disimulos, los Estados Unidos está resuelto a actuar con toda la contundencia que tiene a la mano.

Y luego de la preocupación, me abruma la indignación y la tristeza de contemplar que hay venezolanos, y no pocos, que se frotan las manos y se les afloja la baba saboreando la comprobación de que un poder extranjero bloquea a su propio país con un cínico propósito humanitario.

Después de leerles varias veces, me parece al menos increíble que la sugestión de una causa antichavista les lleve al colapso intelectual de desear el asedio y destrucción de Venezuela para derrocar a “la dictadura”.

Pero también hay que considerar con sentido autocrítico que estas posiciones suicidas de nuestros compatriotas afiliados a la causa de la injerencia internacional no es casual ni espontánea. En ella inciden un esfuerzo tenaz y sin descanso de alienación cultural de Hollywood y nuestros enormes desaciertos que incitan al desencanto.

El sabotaje de la economía y la inacción de nuestro gobierno, han soliviantado la conciencia esencial para interpretar el plano global de este conflicto con Venezuela, pareciéndonos incompatible considerar la relación de las ambiciones de Washington con el precio del kilo de queso en la calle.

Esta simplificación arbitraria del poder destructivo de la economía sobre la conciencia de la gente a través del queso ha debilitado considerablemente la determinación nacional del pueblo sencillo, que hasta hace poco era el sustento fundamental e inequívoco del chavismo.

Y lo más triste de esta realidad es que a través del hambre agudizada por un proceso de alteración deliberada de la economía, la alternativa injerencista ha conseguido tres objetivos potentes: restarnos pueblo, convencerlos de que el bloqueo no existe y anhelar una intervención humanitaria que es la tentativa de convertirnos en un territorio tutelado para que no cometamos nuevamente la equivocación de anhelar nuestra autodeterminación.

En esta coyuntura decisiva, espero que la inteligencia se imponga sobre el miedo y que la sensatez nos de un minuto de tregua para que todos recordemos de la densidad histórica de la que estamos hechos. De que en este país, hace poco más de cien años, sus caudillos rebeldes y el gobierno, coincidieron en la causa común de defender la nación ante el bloqueo y agresión de las potencias europeas, entendiendo unos y otros que antes de ser rivales, eran venezolanos.

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