La pesada herencia de un apellido podría marcar para siempre el destino del Perú. Resulta que “Los Fujimori” no sólo son propios del continente asiático sino que han aterrizado en la política del Nuevo Mundo para quedarse. Así lo creen los millones de votantes que apoyaron a la candidata por el partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, en las pasadas elecciones del 10 de Abril. Su enemigo a vencer está muy lejos de la intención de voto para el candidato opositor Pedro Pablo Kuczynski, sino que es a la vez su principal arma de control político: el apellido de su padre.
Ahora, los principales exponentes de la política conservadora del siglo XXI han dejado atrás el patriarcado para llevar de manos a una mujer que condensa la esencia de la política liberal de los años 80 en Latinoamérica ¿Casualidad? Y es que, las posibilidades de convertirse en presidente de Perú, ya no dependen de Keiko, sino del legado de su padre encarcelado: Alberto Fujimori, quien fue presidente de la nación Inca desde 1990 hasta el año 2000.
A veces Keiko, a veces Fujimori
Con una sonrisa, una resistencia envidiable, y la disciplina inquebrantable cuando se trata de apegarse a la secuencia de comandos, Keiko ha pasado años visitando todos los rincones de la geografía desafiante de Perú, preparando tranquilamente el terreno para su candidatura presidencial, desde su primera postulación en 2011.
La limeña de 40 años, la mayor de las hijas del matrimonio de Alberto Fujimori y Susana Higuchi, pocos días antes de la primera vuelta rumbo a la presidencia aseguraba que el trabajo duro parecía haber dado sus frutos. Las encuestas de aquel entonces advertían que la conservadora, ex congresista, y conocida en Perú como Keiko —quizás para dejar un lado el velo de su padre— contaba con el apoyo incondicional de aproximadamente un tercio del electorado, y una ventaja de dos dígitos sobre su inmediato perseguidor.
Los resultados de ese día son una prueba evidente de lo que se venía tejiendo. Sin embargo, Kuczynski no será un hueso fácil de roer y cualesquiera que sean sus cualidades personales, el mayor activo político de Keiko sigue siendo el omnipresente “Fujimori” que le acompaña al momento de estampar su rúbrica, inclusive por encima de la voz. Sólo con su nombre probablemente no seguiría en la carrera. Pero, cabe destacar que su mayor activo político también podría llegar a ser su mayor caída electoral.
El aborto y el matrimonio homosexual: ¿Volvieron los 90?
Durante los años 90, Perú registró un período que fue profundamente crítico. La nación Inca estuvo inmersa en una turbulenta guerra civil, un grave colapso económico, abuso de derechos humanos en serie —especialmente contra las minorías—, un golpe presidencial contra los tribunales y el Congreso. Es decir, la instalación de lo que muchos analistas políticos consideran como la peor cleptocracia del Perú.
Sin embargo, muchos peruanos, especialmente los habitantes de la parte norte del país, suelen recordar a Alberto Fujimori como un salvador. Pasando por el control de la inflación que se situaba en más de 12,000% hasta llegar al exterminio de los rebeldes marxistas conocidos como “Sendero Luminoso”.
Para otros, en cambio, el regreso de fujimorismo al poder a través de las urnas representaría la mayor ignominia nacional. Dos días después del primer debate presidencial, miles de manifestantes marcaron el 24 aniversario del autogolpe del 5 abril de 1992 —ícono del fujimorismo— con una marcha pacífica en Lima y otras ciudades de todo el Perú. Las protestas son un evento anual en el Perú, pero fueron inusualmente grandes este año ya que el país viene a enfrentarse con la creciente probabilidad de que Keiko podría llegar a ser presidente.
La retórica de la limeña es tan sólo el penúltimo intento de mover fuerzas de la derecha tradicional a la centro derecha más moderada. Aunque en un principio había expresado su aprobación de las uniones del mismo sexo civiles y algunos abortos legales limitados, en los casos en que la vida de la madre estuviese en peligro, el pasado 2 de mayo la candidata declaró en el coliseo Amauta, en un acto organizado por la comunidad cristiana evangélica Coordinadora Cívica Pro Valores, lo siguiente:
“Asumir plenamente la defensa de la familia conformada por un varón y una mujer, rechazando la unión civil conformada por personas del mismo sexo, y en consecuencia el matrimonio homosexual. Rechazar la adopción de niños por personas del mismo sexo”.
El perfil de Keiko en líneas generales
Otras de las grandes promesas de la campaña incluyen un «shock» del gasto en infraestructura —al mejor estilo de la Argentina de Macri— para reactivar la economía que ha sufrido en los últimos años, ya que el precio de sus exportaciones de minerales ha caído. Otra de sus grandes estrategias incluye la apertura de los incentivos fiscales para las empresas. Pero Keiko también ha guardado la fe con un principio central del fujimorismo, el compromiso de luchar contra la delincuencia con un «puño de hierro».
Eso incluye un programa de nuevas cárceles para los delincuentes habituales que se construirán por encima de 13.000 pies de las montañas de los Andes, más allá del alcance del teléfono móvil para asegurarse de que no puedan seguir ordenando asesinatos u orquestar extorsión de sus celdas. La candidata también ha hablado sobre el uso del ejército para proteger edificios gubernamentales, liberando así a miles de policías para patrullar las calles.
En líneas generales, el delicado acto de malabarismo de Keiko ha incluido también una demoledor campaña política que busca retrotraer “todo lo bueno que ha dejado el fujimorismo” como lo señaló, el congresista de Fuerza Popular y hermano menor de la candidata, Kenji Fujimori, quien en un intento de colarse en el éxito de su hermana, dejó entrever sus aspiraciones: “Puede que yo sea el próximo candidato para las elecciones en 2021” ¿Habrá comenzado la dinastía de los Fujimori en Perú?
DesdeLaPlaza.com/Emanuel Mosquera