En Bahía Molinere –en la pequeña isla caribeña de Granada– es posible encontrar a 10 metros de profundidad bajo el mar un auténtico jardín de esculturas submarinas. El autor Jason deCaires Taylor de este espectáculo acuático es el artista Jason deCaires Taylor, un inglés que ha conseguido aunar tres de sus pasiones: el buceo, la naturaleza y la escultura.
La idea de crear figuras submarinas llegó después de que los fondos marinos de esta bahía fueran gravemente dañados por tormentas, quedando los fondos de coral en un peligroso estado de conservación. Taylor vio en su arte la posibilidad de devolver al ecosistema todo aquello que el hombre le había arrebatado: en sus tallas podría regenerarse la vida marina adhiriéndose a las paredes de sus obras. Además, los recovecos que quedarían entre los bloques de hormigón de pH neutro –para no contaminar el agua– serían una excelente morada para cangrejos y otra fauna acuática.
Con sus obras, Jason intenta reflejar cómo la intervención humana o su interacción con la naturaleza no tiene por qué ser siempre negativa. Como añadido a la moraleja que el artista traslada al espectador está el aliciente de que sus creaciones no son obras de arte al uso. «Debajo del agua todo se magnifica un 25 por ciento, se refracta la luz, los colores cambian y se producen efectos caleidoscópicos porque la única fuente de luz es la superficie», puede leerse en la página web underwatersculptures.com. Como dice el propio artista, «descolgar el arte de las paredes blancas de una galería ofrece al espectador un sentido distinto de participación».
Quizá, lo más curioso de las obras de Taylor es la paradoja de la que son protagonistas. No sobrevivirán al paso del tiempo puesto que serán «devoradas» por la vida submarina pero, a la vez, se convierten en arte inmortal porque la propia naturaleza las acoge como parte de ella. Sin duda, una obra de arte que merece la pena contemplar.
Desde la Plaza/ Diariosdelacrisis/ AMH