Prueben a estar callados cuando se sienten felices. Es prácticamente imposible. Al cabo de un rato, cantarán o aullarán. Eso le ocurre a Benítez. Prudente en su interpretación del fútbol, es imprudente en algunas de sus manifestaciones.
Al parecer es que le traiciona la felicidad. La satisfacción que supone para él ser entrenador del Real Madrid le impide advertir los peligros que le rodean, empezando por una plantilla que todavía le observa con suspicacia y acabando por un presidente impaciente e intrigante.
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Cuentan que Benítez hace lo posible por resultar simpático en las conferencias de prensa, pero es que el buen humor le brota naturalmente, como le brotaría a cualquier madridista que tuviera la oportunidad de entrenar al equipo, precisamente a este equipo.
A partir de la felicidad, de la plenitud que significa haber alcanzado un objetivo vital, llegan la relajación y las inconveniencias. Ha sido una torpeza incidir en el fallo de Sergio Ramos en el derbi o tomar a la ligera el malestar de Benzema. Sólo un técnico con una autoridad indiscutible se puede permitir el lujo de tratar a sus jugadores como si fueran adolescentes. Mourinho, por ejemplo.
Lo evidente es que, días después del derbi, Benítez no ha logrado apagar el fuego, sino reavivarlo. Ramos le contesta, Benzema le mira de soslayo y las fotos le delatan. La imagen superior desmiente que Karim deba marcar dos goles para no ser sustituido, tal y como apuntó el entrenador en El Larguero, otra vez sin mala intención pero con demasiada ligereza.
Benzema hizo doblete en San Mamés (19’ y 69’) y fue reemplazado en el minuto 79, por Casemiro. Tampoco terminó los partidos contra Atlético, Malmoe, Granada, Espanyol o Betis. No hay casualidades tan tozudas.
Cristiano, por cierto, todavía no ha sido sustituido, ni siquiera para ganarse el aplauso del público en el repóker de Cornellà. A diferencia del portugués, Benzema no persigue ningún récord goleador, sólo alcanzar la meta que le ha propuesto el técnico, “entre veinte y veinticinco goles”. Las famosas rotaciones son en realidad traslaciones que siempre afectan a los mismos planetas.
Benítez está seguro de que el Madrid ganará al menos un título. Ahora mismo, defendería con la misma determinación la existencia de los ángeles. Es feliz y es digno de admirar que sonría al mundo. Sólo debe saber que buena parte del mundo ya no le sonríe a él.
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