Ryszard Kapuściński, el polaco que es referencia y ejemplo para muchos periodistas en el mundo, decía que “para ser buen periodista, primero había que ser buena persona”. Esta frase, es aplicable a cualquier profesión y oficio, y el tenista serbio Novak Djokovic, es la clara imagen de ese ejemplo.
Djokovic, volvió a romper el protocolo y con ello generó más aplausos que con cualquiera de sus jugadas sobre la cancha.
El grande del tenis se enfrentaba al portugués Joao Sousa, cuando la lluvia interrumpió el partido.
El recoge pelotas , un joven adolescente, se acercó rápidamente para cubrir a Djokovic con un paraguas, porque forma parte de las funciones de estos trabajadores de la cancha. El muchacho estaba de pie, justo detrás del tenista, cuando éste, con la amabilidad que lo caracteriza, lo invitó a sentarse a su lado. Eso generó un aguacero de aplausos seguidos de risas y más aplausos. Al mismo tiempo, le invitó a tomar una de sus botellas de agua mientras lo abrazaba, porque finalmente, como dijo el tenista más tarde “es mi compañero de trabajo”.
Djokovic, quien siempre hace gala de su humor y su habilidad para interactuar con el público, se ganó una vez más a la audiencia y triunfó en la cancha, derrotando a Sousa 6-1, 6-2, 6-4. Pero la verdad, él ya había triunfado en la cancha con un gesto tan humano.
Desde la Plaza/ Crónica Hoy/AMH