La historia de Roberto Clemente es imborrable y se podría contar en varios fragmentos. El nativo de Carolina, Puerto Rico, dejó la vida terrenal a los 38 años de edad, el 31 de diciembre de 1972 en un accidente aéreo, mientras viajaba para entregar ayuda humanitaria a Nicaragua, luego de un terremoto.
Si Jackie Robinson quebró la barrera racial en el béisbol de las Grandes Ligas, Roberto Clemente fue quien finalmente terminó de abrirles las puertas a los peloteros latinoamericanos. Tras su muerte, al año siguiente fue el segundo jugador en la historia en entrar al Salón de la Fama de Cooperstown, sin esperar los cinco años de reglamento.
Gran ser humano
A pesar de haber crecido en una zona popular en el pueblo de Carolina, Clemente siempre fue un gran activista social e irónicamente por su amabilidad dejó de existir. Supo sobrellevar la discriminación en una sociedad segregada. Al comienzo de su carrera como pelotero en los Estados Unidos tuvo que comer en restaurantes para personas de color; viajar en bus en la zona para personas de su color y, hospedarse en hoteles para gente de color.
En el beisbol hay innumerables historias que lo respaldan. Su número 21 fue retirado por los Piratas de Pittsburgh en 1973, equipo donde jugó sus 18 años de carrera. Se considera a Clemente como el jugador más dominante en la década de los 60, y a principio de los 70, en la que ganó cuatro títulos de bateo, un premio de jugador más valioso en la campaña del ’66, y más valioso en la Serie Mundial de 1971.
Herencia hispana
Desde el año 2002, las Grandes Ligas implementaron que todos los 18 de septiembre se celebre el “Día de Roberto Clemente”. Sin embargo, las injusticias han estado al lado del “Cometa de Carolina”. En 1999 luego que el puertorriqueño superara en votos a Stan Musial para el “Equipo del Siglo”, el comisionado Bud Selig decidió dejarlo a un lado y no incluirlo.
En varias oportunidades organizaciones estadounidenses, han solicitado que retiren su número 21 en todos los equipos en las Grandes Ligas, pero Major League Baseball hace caso omiso. En su nombre desde 1972 se otorga un premio como reconocimiento a peloteros que realicen labores comunitarias.
Antes de Roberto Clemente no hubo latinos en Cooperstown, ahora hay 14 hispanos. Entre ellos diez peloteros: los cubanos Martín Dihigo, José Méndez, Tony Pérez y Cristóbal Torriente; los puertorriqueños, Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Roberto Alomar; el venezolano Luis Aparicio; el panameño Rod Carew; y el dominicano Juan Marichal.
Los otros cuatro son: el ejecutivo cubano Alejandro Pómpez, y los narradores, el cubano Rafael “Felo” Ramírez; el argentino Eloy “Buck” Canel y el ecuatoriano Jaime Jarrín.
Sin olvidar que en camino vienen Omar Vizquel, Mariano Rivera, Pedro Martínez, Iván Rodríguez y posiblemente por el Comité de Veteranos, David Concepción.
Desde La Plaza/ Joel Paulo Chartez