Un oasis, un soplo de aire fresco, un triunfo para la regeneración. La Sub19 reconquistó el continente frente a Rusia y puso fin a la inusual sequía del fútbol base español. Obtuvo su séptimo título en su torneo fetiche, un Europeo que disimula las decepciones del resto de categorías. España dejó atrás las dudas y bajo la batuta de Marco Asensio doblegó a un combinado ruso que había sembrado el miedo en la fase de grupos. Mayoral y Nahuel golearon en un equipo que funcionó como un bloque.
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No sonaron los himnos en Katerini por un problema en la megafonía, pero España encontró la perfecta melodía. Los pupilos de Luis de la Fuente firmaron un primer acto magistral. Los españoles enarbolaron la bandera del descaro que caracteriza a una generación para la esperanza. La selección le dio a Rusia su propia medicina, basada en el balón parado.
Aspiraba la joven legión de Dmitri Khomukha a ser la primera generación que lograba el Europeo Sub19 dos años después del Sub17, pero se topó contra una escuadra que lo intentó desde todos los ángulos. Supo el conjunto español morder y esperar hasta que encontró el plácido bocado del gol.
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