El rugby, a pesar de ser un deporte de mucho contacto físico, intensidad y dureza, está considerado como uno de los más limpios. Por eso, lo que pasó este fin de semana en la final de la Super League de rugby liga (una modalidad del rugby que se disputa con 13 jugadores en lugar de 15) de Inglaterra ha provocado una verdadera conmoción en las Islas Británicas.
El jugador galés del Wigan Ben Flowers agredió salvajemente al neozelandés Lance Hohaia, del Saint Helens, delante de las 70.000 personas que presenciaban el encuentro en Old Trafford, Manchester, y de los millones que seguían el partido en televisión. En el minuto 2 de partido, Flowers lanzó un puñetazo a Hoahaia que lanzó al suelo al neozelandés.
Pero no contento con ello, se puso a horcajadas sobre él y le lanzó otro puñetazo en el rostro. Flowers fue inmediatamente expulsado, siendo la primera tarjeta roja de la historia de la final de la Super Liga. El partido lo ganó el Saint Helens por 14-6 y a pesar de los dos golpes que recibió, Hoaia pudo salir a celebrar el título con sus compañeros, si bien después reconocía que no recordaba nada del incidente, puesto que quedó conmocionado. A principios de esta semana será sometido a una prueba para ver si tiene lesiones óseas, aunque el jugador ha declarado sentirse bien.
Por su parte, Flowers ya ha pedido disculpas de manera pública, pero este martes se enfrenta a una sanción que puede se ejemplar. Además, un portavoz de la Liga ha dejado abierta la posibilidad de que tanto Hohauia y el Saint Helens se querellen contra Flowers.
Desde la Plaza/20 Minutos/AMH