X

Inicio de clases ¿Feliz?

Esta semana se iniciaron nuevamente las clases en todo el país. Un nuevo año escolar que como siempre recoge las alegrías de los niños por volver a ver a sus amigos, las carreras de los padres afinando los detalles de la lista escolar, el surgimiento de nuevas canas entre maestras y profesores y la expectativa por lo que traerá la reanudación de las actividades académicas. Todo ello ocurre en medio de una de las crisis económicas y políticas más grandes que hemos vivido en las últimas décadas.

Entre esa polémica están nuestros muchachos y muchachas, esa generación que crece observando muy de cerca a unos adultos, que se pelean como niños, el futuro del país. Por un lado el año escolar arranca con inauguraciones de escuelas, entrega de computadoras portátiles, útiles escolares y uniformes por parte del Estado, y por el otro algunos se empeñan en hacer llamado a paro nacional, no pagan aumentos a los maestros de escuelas estadales y justifican el cierre técnico de algunas instituciones escolares privadas, que ante la imposibilidad de sostener sus colegios porque el aumento de sus matrículas los hace impagables, optan por bajar la santamaría.

Una generación que se levanta políticamente entre dos aguas y deja poco espacio para las medias tintas, porque incluso los espacios para el debate, desde arriba y hacia abajo, se han cerrado para dar paso a la irracionalidad y la intolerancia. Seguimos escuchando con horror en boca de niños y adolescentes, frases llenas de odio en medio de discusiones con tinte político protagonizadas por ellos. Esas frases – no me queda duda – han sido sembradas en el corazón de esos muchachos por personas que seguramente de corazones no entienden ni la “C”.

Hace poco un colega contaba en un evento de periodistas que debatíamos el nuevo proceso de transformación curricular discutido ampliamente en todo el país, una escena lamentable ocurrida en cierto colegio privado del este de Caracas, donde un niño preguntó a su maestra el significado de la palabra “solidaridad” y al día siguiente tenía a veinticinco representantes solicitando el despido de la profesional de la enseñanza. No sé cuál fue la respuesta de la docente, pero dudo mucho que la palabra solidaridad tenga disímiles interpretaciones. Lo que sí resultó unánime, fue la interpretación del concepto de la “seño”, a la que los intolerantes padres acusaron de “chavista” por hablar bien de la palabra solidaridad.

Los chamos se calan a diario nuestro estrés político-económico, las opiniones de las “estrellas” de radio y televisión que venden a diario un mensaje que no se parece a nuestros hijos e hijas, el bombardeo de redes sociales en los que tienes que parecerte al resto para ser “único” y la manipulación de políticos que ven en la juventud su única herramienta para imponer a los no tan jóvenes en el poder.

Bajo esa tensión crece una generación que no tiene clara la frontera entre el bien y el mal. A la que dicen que ser “bachaquero” es un rebusque justificable aunque dañes a tu misma gente y a la economía del país, que el eterno “no me den, pónganme donde haiga”, es la solución para “salir de abajo”, y que para que se respeten sus derechos, hay que pasar por encima del derecho de otros; aunque ello viole un puñado de leyes. Pero lo más grave es esa generación que se está levantando odiando a esa otra parte del país que piensa diferente, hasta el punto de justificar – y propiciar si es el caso – su exterminio físico.

¡Feliz inicio de clases! Quienes apostamos porque las nuevas generaciones nos superen, sobre todo en el sentido de humanidad, seguimos apostando por una educación de calidad académica, que brinde seguridad alimentaria, que siga siendo gratuita, pero que sobre todo nos encamine hacia la moral y las luces que nos recomendó El Libertador. Como padres, es nuestro deber compartir ese deseo.

Related Post