La expresión la solía utilizar mi madre para referirse a las conspiraciones colectivas planificadas para hacer fracasar cualquier proyecto, pequeño o grande, personal o social.
«Ya no hay hueso sano» es algo así como que «todo está echado a perder», no sirve, hay poca esperanza en salvar un conflicto.
Cuando nos fijamos en la conspiración «colectiva», armada por las grandes corporaciones del capital (productivo y financiero) junto a la Casa Blanca y el Gobierno terrorista que en EEUU encabeza Donald Trump, para tratar de asfixiar al pueblo venezolano, robarnos nuestras riquezas y detener el proceso de transformaciones radicales que lidera la Revolución Bolivariana y Chavista, la frase del titular de este Diálogo se nos atraviesa.
Recientemente observamos como el béisbol profesional venezolano, manejado por los mismos capitalistas locales que conspiran desde y contra Venezuela, cerró filas al lado del imperialismo yanqui en la conspiración para dar un Golpe de Estado en el país, derrocar al Gobierno que preside Constitucional y Democráticamente Nicolás Maduro Moros y saquear todas nuestras riquezas.
Los golpistas locales -con Cisneros y su banda de saqueadores en el país, a la cabeza- intentaron interrumpir la serie beisbolera nacional, aunque no lo consiguieron. Se habían propuesto incorporar una muy querida actividad deportiva Nacional al enjambre de conspiraciones y guerras que, como la económica y mediática, han desplegado desde la Casa Blanca para intentar apoderarse de Venezuela y despojarnos de nuestras riquezas, amén de nuestra memoria cultural e histórica.
Con cierto desaliento pero mucho egoísmo el pueblo soporta las cotidianas agresiones de empobrecimiento hasta niveles de hambre.
La hiperinflación, el alto costo de la vida, además de la imposibilidad de acceder a ciertos bienes -especialmente de alimentación, salud e higiene- restringidos por la criminal acción del bloqueo impuesto por los terroristas de la Casa Blanca, hacia nuestro pueblo, son parte de la saña guerrerista, calificada de «no convencional» pero igualmente cruentas que las convencionales.
Preocupan las poco visibles acciones del Estado en materia de control y correcciones de los delitos de deterioro en el costo de la vida, expresadas por la desmedida, continuada y agravada alza en los precios,desmejora de su calidad y deterioro general de los servicios básicos, especialmente los del transporte, administrado con usura por un decadente sector privado cuya única preocupación es la de mantener sus bolsillos llenos a cualquier costo.
Un Estado débil y asediado por graves elementos de corrupción administrativa en sus estructuras, siembra -con angustia y desazón- la idea de que en verdad no hay hueso sano.
Prolifera en el seno de las revolucionarias y revolucionarios, con sentido Bolivariano y Chavista de la ética, la idea de que urge un correctivo golpe de timón que frene la corrosión, la corrupción y la conspiración, que parecen haber logrado aliarse para vencer a la Revolución y dar al traste con ella, posibilitando la efectividad y éxito del Golpe de Estado, actualmente en desarrollo contra Venezuela, nuestra soberanía, democracia e independencia.
Es hora de hacer una revisión y sacudimiento de las estructuras del Estado venezolano para asegurarnos de que queden huesos sanos que nos permitan seguir adelante con la revolucionaria empresa. Hacerlo a la luz del orientador y ontológico Discurso de Simón Bolívar en Angostura en 1819, es la mejor celebración que podemos hacer del Bicentenario del Congreso Constituyente de Angostura. Moral y libertarias Luces son urgentemente necesarias para construir la definitiva independencia, construir la Patria socialista y nueva.
Ilustración: Iván Lira