Una revolución, matemáticamente, es una vuelta completa. Son 360 grados sobre un mismo eje tomando en cuenta la convención sexagesimal. Son vueltas o giros pensados para explicar el movimiento de un motor.
Pero… socialmente hablando, la vuelta completa que puede llegar a dar un característico modo de producción para dejar de ser –por ejemplo, tomemos una periodización convenida o aceptada por Marx- el mismo y convertirse en uno nuevo, también se llama “revolución”.
Una revolución es siempre un proceso violento. Lograr el giro físico de un objeto que desde su eje se mueve en una vuelta completa es algo que cambia profundamente muchas cosas. Pero el giro de una sociedad para convertirse en una nueva no es menos violento. La violencia tampoco se reduce a la convencional lucha armada, hoy la violencia tiene por nombre “tecnología” y quienes la han inventado y la controlan son quienes ya ganaron la guerra, son quienes oprimen a los pueblos y, además, obtienen de ello su plusvalía.
Por eso ahora nos toca desarrollar una violencia de nuevo tipo, quizás muy parecida en su bondad esencial a la violencia de un parto… Total, así es todo paso auténtico hacia la vida. Chávez, el Comandante Hugo Chávez, así lo entendió el 4-f de 1992, cuando tomo la decisión de deponer las armas “para evitar mayores derramamientos de sangre”, pero también en 1995 cuando empezó a acariciar la idea de llegar al poder e impulsar la revolución por la vía democrática, electoral y de paz.
Chávez supo ir despacio para llegar cuanto antes y es por eso que hoy, cuando recordamos y celebramos 20 años de su victoria electoral en 1998, con mucho más del 50 por ciento de los votos en medio de un escenario adverso y consuetudinariamente concebido para el triunfo de los opresores, el balance se inclina a favor del camino correcto que hemos escogido.
Estamos en revolución, somos bolivarianos y socialistas, lo cual asegura que venceremos al capitalismo y al imperialismo. Ahora se trata de no rendirnos. Se trata de asumir que el camino es este y que para llegar cuanto antes la sabia astucia proletaria recomienda andar despacio, pero firmes, tercos e indoblegables.
Ilustración: Xulio Formoso