Solo las hienas se ríen del León cuando ven su cadáver.
No pudieron derrotarlo en vida, solo la muerte es su única esperanza y cuando ella llega, como ellos mismos, zombies carroñeros, se regocijan de llevarse así una victoria cobarde y falta de ese sabor que dejan las batallas ganadas con honor y gloria.
Y es precisamente lo que le sobró a Fidel, honor y gloria en vida, que ni en millones de años, lo que luchó por su pueblo, será olvidado. Para quienes tenemos un corazón revolucionario es un momento de muchos sentimientos encontrados, quisiéramos que las personas como él vivieran eternamente, pero es algo que no está en nuestras manos decidir, solo chuito sabe que hacer con nosotros y cuándo.
Fidel es tan vergatario que si nos ponemos a ver quiénes celebran su muerte, nos damos cuenta de qué lado de la historia está la razón. Los cobardes, miserables y personajes más bajos que existen en la Tierra son los que hoy brindan por su partida física. Pero un grande como él nunca se va, solo se emancipa y se vuelve indestructible, porque un cuerpo puede ser desmembrado, su alma y lucha siguen intactas y arraigadas más aún en quienes soñamos y luchamos por un mundo igualitario y esperanzador para todos.
Vi con tristeza cómo en Miami, un bastión del exilio cubano, celebraban lo sucedido, se escuchaban por todas partes los gritos y la algarabía de los que hoy se creen estadounidenses y, por creerse oriundos de esa nación, deben odiar a Cuba y todo lo que representa para el mundo.
Un hombre como Fidel Castro, que sobrevivió a más de 600 atentados en su haber, no se le derrota nunca, y esos intentos de asesinarlo fueron una muestra más del terror que le infunde al imperialismo que, nuestras conciencias estén despertando y que nunca dejemos que por capricho nos vengan a torcer el brazo.
Vuela alto Fidel, y salúdanos al Gigante Chávez cuando lo veas… el cielo ahora está mejor resguardado con semejantes comandantes al lado de Dios.
Grande Fidel, ya te extrañamos mucho amigo.