Cuando decidimos dejar el pelero es mucho el sentimiento encontrado que enfrentamos, pero a quien sin duda más le pega tu partida es a la jefa de la casa y al jefe, o sea, mamá y papá.
Ellos son quienes desde el inicio de tu vida velan por tu bienestar, tu salud y tú crianza, pero llega el momento en que toca dejar el nido para formar uno propio, y es allí cuando ellos y todos tus familiares más cercanos experimentan dolor porque los dejas, alegría porque saben que te irás en busca de mejores oportunidades y esa mezcla de sentimientos es indescriptible.
No pueden faltar los más viejitos de la casa, tus abuelos, si aún los tienes, esos que son un tesoro familiar y que cuando se enteran de la noticia de tu partida, empiezan a encomendarte a ese batallón de santos, ángeles, animas y cuánto bienhechor conocen para que te amparen en su ausencia.
Es muy bonito ese momento, experimentas las más sinceras muestras de amor que sienten tus familiares hacia ti, pero llegó la hora de partir y toca crecer haciendo tus propios objetivos realidad.
Yo les recomendaría siempre, por muy lejos que se encuentren de casa, estar en contacto. Son tantos los medios que nos comunican hoy en día que es prácticamente imposible estar incomunicado, no te olvides de tus padres, de tu gente, ellos te dejaron volar en busca de tus sueños, con la esperanza de que los harás reales.
Jamás se te olvide el dicho «el buen hijo siempre vuelve a casa», ellos seguro te estarán esperando con una sonrisa de oreja a oreja, con tu plato de comida favorito y miles de historias que contar para celebrar que estás de vuelta y decirte que aunque te hayas ido tu hogar sigue siendo tu hogar.
Recuerda llevarles recuerditos y fotos, eso también los alegra mucho.