Para defender la soberanía es muy importante estar vigilantes de todos los flancos por donde a ésta se le ataca.
En el concepto dominante de Estado la soberanía es el poder preponderante o supremo de éste. No hay soberanía sin Estado. Las relaciones de producción en capitalismo han hecho del Estado un espacio para la hegemonía, ya sea mediante la coerción, mediante el consenso o la combinación de represión y elección dentro de lo que conocemos hasta el presente como «estado de derecho».
Jean Jacques Rousseau llamó soberano al cuerpo político que nace con el contrato social y la conocida e histórica Revolución francesa enuncia y establece que «la soberanía reside en el pueblo».
La Venezuela Bolivariana transita en la actualidad por un proceso radical de transformaciones sociales, políticas y económicas que nos encaminan hacia un Estado de nuevo tipo cuyo fin sea el de «refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y multicultural» que, tal como está clara y taxativamente sentado en el Preámbulo de nuestra Constitución, «asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna» con el «principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos».
En el sentido de lo resaltado es importante destacar que -tal como reza nuestra Constitución- «El espacio geográfico venezolano es zona de paz. No se podrán establecer en él bases militares extranjera o instalaciones que tengan de alguna manera propósitos militares, por parte de ninguna potencia o coalición de potencias».
Es sumamente claro nuestro concepto de soberanía y la defensa integral de la misma.
Pero, ¿qué pasa con los individuos, con las ciudadanas y ciudadanos que por hecho y derecho, siendo venezolanas y venezolanos, sus conciencias están invadidas y sometidas a los designios y mandatos de potencias o coalición de potencias, como ocurre en la actualidad con factores opositores entregados abierta y descaradamente al dominio y hegemonía de poderes foráneos e imperialistas?
Vayamos al pequeño ejemplo de los individuos cuyas conciencias han sido cuidadosamente invadidas por un cuerpo de símbolos y «valores» foráneos que son puerta de entrada para la alienación y expropiación de la soberanía venezolana.
No basta llamarles apátridas y traidores -que lo son- y juzgarles por esa condición delictiva. Es necesario revisar lo que ocurre y sus consecuencias, para evitar la plena invasión enemiga contra nuestro «territorio» y los riesgos de pérdida definitiva de nuestra soberanía.
Tres ejemplos, pequeños, cotidianos:
–Uno: Abigail vive en un barrio caraqueño junto a su pareja y cinco hijos, de los cuales el mayor tiene 9 años de edad. Él está desempleado pero se rebusca como colector en camionetas en rutas urbanas de pasajeros. Ella hace labores de mantenimiento en una escuela privada donde percibe un salario mínimo cuyo total es subsidiado por el Estado en más de su 50 por ciento. Perciben bonificaciones de los programas Patria y así sobreviven a los golpes que reciben desde un Imperio que induce la inflación, desaparece alimentos y medicinas, roba el dinero de las venezolanas y venezolanos y, además impone un «patrón dólar» como guía para la fijación de precios en todos los rubros y servicio. Culpabilizan de la «crisis económica» a Maduro, hablan de una «situación país» deslizan como «matriz de esperanza» al dólar. Abigail y familia comienzan a hablar en dólares y se refieren a los precios nacionales en moneda extranjera. Comienzan a vender sus productos del CLAP en dólares, sienten que no les va tan mal y su pensamiento y acciones comienzan a ser dolarizados. Si alguien les recrimina entonces se defienden con el argumento de pertenecer a un «colectivo» (una figura satanizada por las corporaciones de la información dependientes del Imperio).
–Dos: Reptil (así le dicen sus compañeros de cuerpo) es policía en Los Salias, un municipio que se cree el Miami en los Altos Mirandinos (ciudad del Estado Miranda, vecina a Caracas). Vigila, en sus rutinas, los negocios de los comerciantes ricos del sector y a cambio recibe algunos mendrugos con los que come diariamente y otros los lleva a casa. Así completa su salario. Un día descubre, junto a otros dos de sus compañeros, que puede encontrar una forma de rebusque en dólares, reteniendo ilegalmente a gente «sospechosa» de haber cometido alguna infracción de tránsito o chamos (igualmente sospechosos) de estar en posesión de drogas, las cuales -generalmente- les son «sembradas» como evidencias de «delitos». En ambos procedimientos el «pago de la libertad» debe hacerse en dólares. Las víctimas, aterrorizadas, buscan entre familiares y amigos, una respuesta inmediata: pagan o terminan en la cárcel. Los propios captores explican que es que sus salarios no les alcanzan y tienen que rebuscarse con esos «trabajitos» en dólares.
-Tres: Joaquín administra desde hace más de 20 años un pequeño quiosco de venta de revistas y chucherías (golosinas). La «situación país» -que es la matriz de opinión pública que utiliza la derecha para intentar unificar a chavistas y opositores en un mismo «código de comunicación»- lleva a Joaquín a traspasar o vender el pequeño negocio con el que levantó a su familia. Le ofrecen y pagan en dólares (un puñado de dólares) y los pueblos propietarios invierten en remodelaciones y mercancías que también ofrecen en dólares a toda la pequeña burguesía de esa urbanización que siente tener caché por pagar en dólares un paquetico de galletas María.
En los tres casos les ha estallado en sus conciencias una bomba llamada dólar que ahora les ha hecho perder sus «particulares» soberanías. Entre tanto, la guerra silenciosa continúa, la guerra de sanciones sigue con su artillería, la guerra mediática, la guerra tecnotrónica y todas las variantes de última generación en materia bélica continúan en el trabajo de arrebataron la soberanía.
Debemos identificar y desmantelar los múltiples rostros enemigos que atacan a Venezuela. El enemigo no siempre viste de marine y porta armas convencionales, es posible que el enemigo esté ahorita mismo al lado tuyo, dolarizándote la conciencia y arrebatándonos la soberanía.
Ilustración: Iván Lira